"Cuando hacemos la ceremonia matrimonial, reina Yexalen?". "Yo creo que nos estamos atrasando. Debemos hacer los preparativos, puede ser para la semana entrante" propuso Yexalen mirando a todos en busca de aprobación. "Si, puede ser la semana entrante" dijo Ibagué que ya tenía autoridad en el pueblo para decidir.
Entonces se miraron preguntándose si iban a hablar algo mas y como vieron que todo estaba dicho, se pararon comentando "A mi me gusta que Ibagué y los Panches se queden aquí. El gobernará bien la región, lo sabemos. Por eso es que los Panches lo quieren y lo respetan, porque sabe mandar". "Es cierto. Tiene fama de hombre prudente y decidido" dijo un brujo caminando a la salida de la maloca y apoyándose en el bastón. "Yo no entendí para donde es que se van Cajamarca y la princesa Millaray ni lo que van a hacer" comentó la joven sacerdotisa arreglándose el cabello que era como el carbón. "Parece que van a buscar a la hija de la diosa Inhimpitu perdida en los bosques de amerindia desde que nació". "Dicen que solo tiene quince centímetros y que nació de un huevo de la diosa" comentó el combatiente que tanto se había reído hacía un rato "Si tan raro" contestó alguien entre la gente. "Yo no entiendo eso" afirmó la madre de la sacerdotisa. "Y como harán para encontrarla?. "Eso solo lo saben ellos".
Las tribus al ver saliendo a todos, se movieron en montoneras y apretujones. Entonces Cajamarca encaramándose a la tarima de palos levantó las manos pidiendo silencio.
"Pueblo de los Putimaes, de los Panches y de los Quimbayas" decía a gran voz. "Desde hace dos años la princesa Millaray y yo hemos querido casarnos para formar un solo pueblo dueño de una vasta región y una gran familia capáz de resistir los ataques enemigos. En la reunión de hace un momento le he dado a Ibagué mis propiedades, mis tierras y el gobierno de este pueblo como dote para casarme con su hija. De ahora en adelante el será el cacique de las tres tribus asentadas aquí. Debemos obedecerle como me han obedecido. Aquí vivirán los Panches, extenderán el caserío construyendo sus chozas, cultivando las tierras y teniendo a sus mujeres y a sus hijos tranquilamente. Andarán libres porque estas serán sus tierras como lo son de nosotros. Aquel que se rebele por éstas decisiones será castigado y ajusticiado en la piedra de los sacrificios, sacado su corazón que se le ofrecerá a la luna y al sol en expiación por su falta. De modo que desde ahora hay un nuevo cacique en éstos dominios. Lo otro es que deben prepararse para la ceremonia matrimonial la semana entrante. Se casará el cacique Ibagué con la reina Yexalen y yo me casaré con Millaray. Llamaremos al supremo sacerdote, al gran mago Mohán que todo lo sabe, para que celebre el rito invocando las fuerzas del universo.
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