miércoles, 25 de agosto de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 82 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


En poco tiempo el cóndor se perdió en las nubes. Se fue veloz aprovechando el clima fresco que le permitía resistir. Cruzaron valles, montañas, rios, pequeños caseríos "Está rindiendo el vuelo" dijo Inhimpitu mirando los paisajes. "En poco tiempo estaremos lejos". "Tenemos que pensar donde descansaremos" dijo Millaray "Para que cóndor no se canse mucho". Propongo que paremos entrando al imperio de los Muiscas. Allá el clima también es fresco y no nos cansaremos tanto". "Si, puede ser". en menos de media hora llegaron a tierras calientes. Volaron por territorio de los Coyaimas que levantaban la cabeza mirándolos, saltando y diciéndoles "Adioooooss" largamente. Sabían que en ese cóndor iba Millaray la gran viajera Pijao y eso los ponía felices porque eran de la misma raza. Además el cóndor los enorgullecía. Los pueblos de Amerindia hablaban bien de el y lo admiraban por su poder y libertad.
Ya casi entrando al imperio Muisca, les llamó la atención la figura de un horrible hombre de tres metros semejante a un monstruo que corría enloquecido entre los árboles, los pantanos, los valles, los rios, las montañas. Tenía cachos puntudos y curvos, orejas como las de una mula. Era negro igual al carbón y tenía una cola semejante a la de una mula. Los impresionó tanto que Millaray gritó "Cóndor, cóndor baje para ver a ese hombre de cerca". "Como ordene princesa" respondió el buitre planeando hasta unos treinta metros de la aparición. "Ese es el diablo, es el demonio" gritó Inhimpitu paralizada de terror "Vámonos, vámonos ya de aquí" dijo. "Puede pasarnos algo malo". "No. Esperemos y sigámoslo a ver para donde va" dijo Cajamarca enderezándose entre el plumaje de su amigo "Sígalo cóndor" le ordenó Millaray. Entonces en vuelo suave y silencioso se fueron detrás a ver que hacía. Después de veinte minutos ese hombre de ojos incandescentes seguía corriendo por las montañas saltando muy alto. Al llegar a los límites del imperio Pijao con el Muisca se tropezó con dos piedras gigantescas que no lo dejaban pasar. Se encolerizó como solo podía pasarle a un demonio cogiendo a patadas las enormes piedras que finalmente cedieron a su fuerza rodando y rodando hasta que una de ellas se metió en un valle en medio de farallones, encajonando al rio Sumapaz que bajaba amarillento y torrentoso.
Mientras los viajeros miraban esto no se dieron cuenta que la otra piedra se había quedado en el Helechal. Era tan plana, que tiempo mas tarde vinieron artistas Panches a hacer grabados y jeroglíficos con mensajes secretos.
Despues el demonio se hundió en las aguas para refrescarse pero inesperadamente salió dando un bramido como el de un lobo. Siguió corriendo hasta llegar a Coyaima perdiendose definitivamente en el aire. Los indígenas de allí sabían de su visita y por eso le habían hecho maleficios y conjuros para que no se acercara.
Mucho después las tribus de columbus supieron que esas piedras que el demonio había hecho rodar, eran las piedras de Pandi.

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