"Dentro de un ratico nos vamos porque tenemos que alistar algunas cosas" le respondió Millaray alejándose entre los indios que la rodeaban. "Bueno, los esperaré".
entonces Millaray fue a su rancho demorándose un poco, saliendo luego con Cajamarca y con el Tunjo que también debía estar en la reunión del Líbano. La tribu los rodeó y ellos, despidiéndose y entrando a casi todas las chozas para verse de cerca con la gente, volvieron a donde estaba el buitre en el que se encaramaron acomodándose y moviendo las manos diciéndole "Adios" a su pueblo. El cóndor saltó en una carrerita no muy larga, moviendo poderoso sus alas y elevándose por encima de las chozas y de las cocinas de las que salía el humo de la leña mojada. La gente gritaba abajo, saltando y alargando los brazos mientras el ave se iba entre la neblina, perdiéndose definitivamente en las nubes gruesas y oscuras de ese día.
En su vuelo, cóndor buscó la dirección del Líbano usando la glándula de la ubicación que hacía algún tiempo no manejaba, dirigiéndose allá, decidido entre un aletear alegre y vigoroso. Cajamarca y Millaray se habían cobijado con sus ruanas metiéndose entre el plumaje para resguardarse del frio tan penetrante de esas alturas.
según decían en los pueblos Pijao, ir al Líbano era meterse en la casa de los dioses donde se decidían cosas para la buena marcha de las tribus y de los hombres. Iban deseosos de llegar para gozar de su clima y para hacerse a nuevos amigos.
En un rato vieron a lo lejos la cima blanca de dos nevados brillantes por los rayos del sol que a ésta hora caían suaves filtrándose entre nubes blancas. "Mira Cajamarca, no te parece mucha magia la blancura de éstas montañas?" le preguntó Millaray señalando al frente las moles, donde una refulgencia transaparente iluminaba el espacio poniéndolo sereno. "De ahora en adelante éstos territorios serán conocidos como EL PAIS DE LA NIEVE . Ese será el nombre de éstas tierras. Tenemos que decirlo en las tribus, en todas partes y también aprovecharemos la reunión a la que vamos para hacer ésta propuesta que sin duda será aceptada por los magos y las hadas" dijo cajamarca entusiasmado con la idea. "Me parece buen pensamiento" le respondió Millaray sonriendo y mirando las montañas que como colosos blancos, pretendían identificarse con el cielo.
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