viernes, 22 de julio de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 14 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de columbus)




Entonces el gran Goranchacha, sin decir mas, se montó de un salto en otro rayo de sol, yéndose a velocidades increíbles junto a su padre Xué.

en ese momento la diosa Bachué dijo, acomodándose en las espaldas del cóndor "Quiero ir a mi casa. Deseo encontrarme con mi hijo-esposo Iguaque que se ha quedado solo atendiendo las tribus y necesita mi ayuda". "Ya quiere dejarnos?" le preguntó Cajamarca que hacía poco se había acercado y ahora arreglaba al Tunjo para que fuera cómodo en el viaje. Hacía un momento le había recogido otra cagada de oro que guardó sin problemas en su famoso joto que nunca dejaba. En poco tiempo serían, con Millaray las personas mas ricas de Columbus con las deposiciones de oro del Tunjo, que a veces eran constantes y muy abundantes.

Millaray también estaba lista. En un momento se acomodó en las espaldas del buitre y viendo que podían arrancar sin dificultades, dijo "Vámonos cóndor" y el ave sacudiendo las alas con mucho brio, se fué elevando hasta navegar por encima de los árboles en dirección a la laguna de Iguaque, donde la diosa Bachué vivía.

"Cóndor, ustéd sabe exáctamente donde queda la laguna de Iguaque?". "Si, venerada diosa. Yo se donde queda y estoy volando hacia allá, al territorio de las federaciones del Zaque". "Gracias buitre" respondió Bachué, metiéndose entre las plumas buscando calor.

Entonces Millaray y Cajamarca se acomodaron también entre las plumas, porque el viento era penetrante. Así se fueron en un vuelo manso a la famosa laguna, cerca a la que vivía el hijo-marido de la diosa Bachué.

No se demoraron en llegar.

El cóndor bajó a tierra entre la neblina persistente y penetrante de aquellas montañas. Se desmontaron cobijándose ruanas gruesas que los protegían del frio, echando a caminar contra un viento crudo que por momentos quería arrastrarlos.

Después de caminar unos cuatrocientos metros por mesetas bajas de escasa vegetación, vieron una choza grande que los Muiscas les habían construido hacía años con resistentes postes de madera y paredes gruesas de bahareque con pequeñas ventanas para que no les entrara el frío.

Ahí encontraron a Iguaque recostado en una estera. Era moreno, no muy alto, de fuerte musculatura, ojos oscuros y bonita sonrisa. Tenía un guayuco de fibra de lana de ovejo que las mujeres de las tribus le fabricaban constatemente, lo mismo que la ruana que tenía puesta. En éste momento descansaba del duro trabajo con las tribus. Les enseñaba los métodos de sembrado, la manera de fundir el oro y pulir las esmeraldas que conseguían fácilmente en las minas cercanas. Les enseñaba a hilar, a tejer y fabricar vestidos. Además los instruía en la fabricación de tambores, flautas y otros instrumentos musicales como maracas y cuernos. También les había enseñado a fabricar cerbatanas envenenadas para que se defendieran de los enemigos y para que cazaran animales cuando quisieran comer carne.

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