lunes, 31 de mayo de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 36 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


El brujo se encaramó en el lomo del león tendiéndose a lo largo del espinazo para agarrarse de la melena y para apretar las piernas en las costillas. Dijo "Ahora si, leon. Corra pues". La fiera arrancó a caminar con paso largo encima de la hierba cubierta de escarcha, después trotó suave. Se le calentaron los músculos y la sangre sintiéndose fuerte y poderoso para saltar sobre los troncos, sobre las piedras y encima de los abismos que no eran pocos en aqquel sector de la montaña. Evitaba los tallos de los árboles que estaban apiñados impidiendo el paso. Subia a las rocas como si no llevara un hombre en sus costillas para luego bajar y continuar su carrera por bajas colinas. "A este paso llegaremos pronto", dijo el león acezante. "Si", respondió Huenuman que no hacía sino sostenerse. No se caería con los movimientos tan fantásticos de su amigo.
Vieron un rio.
Bajaba potente y sucio entre piedras y formidables montañas que lo custodiaban hasta el mar. Era el río Anaime, conocedor de secretos del cielo, de las nubes y de la montaña. Dejaba esas intimidades sepultadas en el fondo del océano donde el agua y el tiempo las destruían o donde las algas o los líquenes las devoraban.
En ese recorrido en busca de Mohán y Madremonte el león parecía una flecha venida de lo alto cayendo rojo en tierras vírgenes. León y mago llegaron a la orilla del río que estaba crecido y turbulento por el deshielo del nevado. Ese espectáculo de agua iracunda los maravilló pero también los asustó porque nunca lo había visto así de fiero y de hinchado. Parecía que toda el agua de la tierra estuviera bajando ahí con sonidos de fin del tiempo.
El león paró en seco poniendo rígidas sus patas y tensionados los músculos por si acaso tenía que hacer alguna rara maniobra. Huenuman se bajó rápido de sus costillas sintiendo que una brisa fuerte los mojaba, "Hasta aquí llegamos" dijo el brujo preocupado porque de todos modos tenía que pasarlo para llegar a Cajamarca. Un ruido atemorizante salía del agua y de las piedras estrelladas en el fondo del río. El líquido se lanzaba contra las altas rocas y contra la base de las montañas de las que derribaba árboles, piedras gigantes y animales descuidados. Se los llevaba con su fuerza ciega.
El agua era oscura, espesa. "Y ahora que hacemos" preguntó el león retrocediendo a lugares seguros. "Subamos otra vez a la montaña, mientras baja", contestó el brujo. "Si, puede ser" dijo el león mirando la vertical montaña que parecía venírseles encima.
El hombre se montó en el león que subio por la pendiente. Cuando llegaron arriba Huenuman dijo: "Tenemos que irnos por los altos picos". "Si, todavía podemos recorrer mucha tierra antes de atravesar el Anaime", el león avanzaba debajo de los árboles estrujados por el viento.
Mas o menos al medio día vieron un caserío del que se elevaba el humo de las fogatas y de las cocinas. Huenuman dijo"Bajemos al río para ver como pasamos". "Como ordene, gran brujo" y arrancaron a correr entre una baja maleza sobre la que caía la brisa del Anaime.

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