martes, 15 de junio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 45 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Baje el ala condor de los andes, baje el ala", gritó Millaray saliendo de debajo del buitre y corriendo hasta quedar frente a el para que la viera. "Como ordene princesa" contestó el cóndor dejando caer su ala izquierda al suelo para que la gente se sujetara y así subirlos a sus costillas.
Primero fueron Millaray y Madremonte las que se agarraron de las plumas quedando como dos moscas pegadas en el ala. Cóndor las subió llevándolas hasta la espalda donde se desprendieron para recibir a los otros que venían cargados con objetos para el rito. El ave bajó el ala otra vez y los hombres se distribuyeron las cosas acomodándolas en sus espaldas. Rápidamente se prendieron de las plumas diciendo: "Suba el ala cóndor, suba el ala". "Como ordenen" respondió el buitre levantándolos hasta su costillaje a donde llegaron cuadrándose como les pareció. Cajamarca que había viajado varias veces así, se hizo junto a Millaray mientras Madremonte, Huenuman y Mohán los rodearon acomodando a los lados los utensilios del ritual y metiéndose entre las plumas, quedando casi escondidos.
Ya preparados gritaron: "Arranque cóndor, vuele al nevado del Tolima". "Estoy listo" dijo el buitre buscando una alta roca para lanzarse al vacío.
Miró entre las montañas su posible ruta, observó las nubes para ver si iba a llover. Puso a funcionar su dirección y sin dudar desplegó las alas moviéndolas poderoso, dejándose ir al vacío frio y silencioso en esas horas de la tarde. Se fue sereno, imponente en el espacio blanquecino batiendo las alas para calentarse y ganar altura mientras los viajeros se sujetaban de las plumas mirándose nerviosos y felices. Observaban el paisaje deslizándose debajo de ellos como un mundo ajeno.
Remontaron el caudal del anaime que iba disminuyendo su volumen. El cañon era hondo entre poderosas montañas vestidas de bosques y pobladas de animales. Vieron chozas de pequeñas tribus. Se encontraron con nubes gruesas impidiéndoles la visión. Un viento cortante se metía en las plumas del cóndor. Los viajeros sintieron helaje, atropellaban los dientes, se les amorataba la carne. "Envuélveme con tu ruana, Cajamarca que me muero de frío", le dijo Millaray arrunchándose contra su amigo que tambien se protegía entre las plumas, "Este viento me va a helar la sangre", dijo Madremonte pegada a Mohán. "Si". El fumaba otro tabaco chupando seguido para calentarse. "Si uno se lo propone puede aislarse del frío cuando quiera aunque esté entre el hielo. Basta voluntad y concentración" dijo el mago Huenuman disfrutando del viaje.
Llovizna como agujas caía sobre ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario