lunes, 19 de julio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 66 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Se murió Sálibaaa" gritaba una mujer corriendo entre sollozos "Se murió mi padreee". Iba y venía congestionada de dolor "Se murió Sálibaaaa, se murió Sálibaaaa, se murióoo mi padreee" gritaba sin parar.
La tribu lo había recogido y lo había tapado con una sában sucia para darle sepultura. Se murió de helaje, de hambre y de cansancio. No resistió y cayó al borde del pueblo. Otros indios cogieron a la mujer consolándola "Ya, ya no llore mas". "Se murió mi padre ahora que voy a hacer sin el. Díganme que voy a hacer sin el?" repetía en lamentos.
Los indios corrieron al caserío volviendo con lazos de fique que amarraron a dos árboles gigantescos lanzándolos al otro lado donde también los sujetaron inventando un puente provisional. Encima de los lazos amarraron palos atravesados y cuando estuvo listo empezaron a cruzar. "Hágale, hágale con cuidado" le decían a una muchacha empapada y temblorosa de las primeras en cruzar. Despues pasaron tres jovencitos sosteniéndose de un lazo mas alto y pisando las varas sin mirar el agua.. Luego otras mujeres y varios ancianos. Eso duró buen rato porque el puente se balanceaba "Hay que tener cuidado no sea que caigamos al rio" decían, pero fuera como fuese cruzarían. Los hombres ayudaban a los niños, vigilaban a las mujeres, a los ancianos. Después de largas horas el pueblo cruzó, caminando al pueblo donde los esperaban con comida y dormida "Pero tenemos que enterrar a Sáliba, hay que enterrarlo ya". Bajaron de una mula palas y barretones abriendo un hueco de tres metros en menos de dos horas. Tomaron el cuerpo del anciano y bajándolo con sábanas lo pusieron en el fondo. Luego dejaron caer un lazo con una olla de barro llena de oro con tres diamantes y tres esmeraldas. Bajaron también una olla repleta de comida echándole tierra al difunto entre el llanto de su hija inconsolable. Hicieron un corto rito: "Fuerzas del universo, hermano sol, hermana luna os rogamos que acompañéis el alma de Sáliba en su viaje a las estrellas. No lo abandonéis. Booommm, booommm, booommmm" repitieron varias veces en una danza apresurada.
Terminado el entierro se fueron al pueblo con la princesa Millaray, con el cacique Cajamarca y con la diosa Inhimpitu que habían venido a saludarlos y a esperarlos dándoles ánimo y valor.
Las mulas serían llevadas al pueblo por mas de cincuenta indios en una larga vuelta por la parte baja del río. Les habían traido comida y ropa seca para que se cambiaran y caloriaran.

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