miércoles, 21 de julio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 67 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


El descanso de los Panches en el caserío de Cajamarca duró tres días.
Tenían el cuerpo cansado, el estómago relajado y los sueños acumulados. Durmieron casi uno encima del otro en las chozas, en la maloca, en improvisados techos cobijados con ruanas que les dieron calor, comieron cuanto quisieron y bebieron chicha también.
Despues de los tres días recuperaron el ánimo saliendo a caminar y conocer aquellas tierras de las que les habían hablado bien. Su deseo era encontrar regiones parecidas a ésta para vivir sin problemas.
Los Putimaes y Quimbayas, habitantes de ésta zona fueron amistosos con los Panches recién llegados, para que se sintieran bien y se recuperaran. A su vez los Panches querían hablar con Ibagué para preparar el viaje y seguir la caminata. No podían quedarse a vivir como parásitos. Aunque tenían bastantes riquezas para pagar los favores de los habitantes de Cajamarca, consideraban que debían ser dueños de sus propias tierras para decidir sus vidas y las de sus descendientes.
De pronto escucharon el ronco pero potente sonido de un cuerno llamando al pueblo a una asamblea. Serían mas o menos treinta mil indígenas entre Panches, Putimaes y Quimbayas reunidos alrededor de la maloca.
El cuerno sonó profundo otra vez estirando los sonidos entre las montañas, los árboles y por encima del rio. Se metió a las chozas lejanas, a las cuevas, a los rincones apartados.
Despues de horas llegaron entre carreras, resuellos y sudores rodeando el caserío y la maloca donde estaban los caciques Cajamarca e Ibagué, la diosa Inhimpitu, la princesa Millaray, Yexalen, el taita Amuillán y dos brujos de menos categoría. El revoltijo era admirable "Que es?". "Que van a hablar?". "Por qué han tocado el cuerno?". "Déjenme pasar". "Permiso, permiso". "Quienes están en la maloca?". "Los Panches vinieron a desordenar el pueblo. Por qué no se irán?". "Donde está Cajamarca?".
De repente escucharon una fuerte voz entre el alboroto: "Necesitamos a los jefes secundarios de las tribus, a los brujos, a los taitas, a los jefes de ejércitos, a las sacerdotisas y todos los de autoridad en la gente de aquí" gritaba el taita Amuillan parado en una tarima de troncos largos. Levantaba las manos pidiendo silencio: "En el consejo de hoy se resolverán cosas importantes, será una charla breve y decisiva. Estén cerca para comunicarles".
La gente influyente se apretujaba entre la muchedumbre entrando a la maloca. "Permiso, permiso, déjenme pasar". "Háganse a un lado. Es que no oyen que me necesitan?". "Quítense de ahí, no hagan estorbo". Venían acicalados con pinturas faciales, plumas, pectorales, tobilleras, pulseras, coronas, guayucos de pieles, flechas, lanzas . . .Así penetraron a la grande construcción circular. A la entrada habían mas de treinta indios con lanzas y garrotes evitando los colados.
Adentro alrededor de una mesa de palos y sentados en bancas de madera, Cajamarca e Ibagué hablaban con Millaray, Inhimpitu, Yexlaen, los ancianos y con los recién llegados. "Estas tierras serán suyas cacique Ibagué. No tendrá necesidad de andar con su tribu buscando donde vivir. Delante de los representantes del pueblo y poniendo por testigo al sol, a la luna, a las estrellas y al universo completo, le doy mis propiedades como dote por darme a su hija Millaray. Le doy los bosques, las lagunas, los ríos y las tierras que alcanza a ver y que heredé de mi padre hace poco. Así podré casarme con ella, con la linda Millaray que tanto quiero. Ustéd será el jefe de mi pueblo, el gran cacique de los Putimaes, de los Quimbayas y los Panches. Decidirá con justicia y sabiduría como siempre lo hace" decía el joven Cajamarca poniéndose de pie.

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