jueves, 5 de agosto de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 74 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Vamos. Vamos que la ceremonia empieza" decía a todo grito. Entonces la gente caminó en procesión hasta el claro del bosque donde estaba la estatua del brujo fundador.
Una hora después la princesa Millaray y Cajamarca, la reina Yexalen y el cacique Ibagué fueron llevados en sillas de madera por el camino de honor hasta el sagrario por dieciseis indígenas sosteniendo palos atravesados en los asientos. Detrás iba Mohán vestido con su piel de toro, sostenido el pelo con una balaca de oro que le prestó el cacique Cajamarca. Fumaba tabaco mirando a las mujeres que lo saludaban atraidas "Que es lo que Mohán tiene que enloquece" se decían. "Ese brujo tiene la fuerza de un toro y todas lo quieren sin resistirse". "Yo seré la próxima. Me dejaré llevar de el al rio para que haga conmigo lo que quiera"añadía otra riendo bajo.
Ahí venía la diosa Inhimpitu al lado de Mohán. "Tan bella que es" murmuraban. "Es una diosa". "Si". "Dicen que nació de un huevo hace miles de años". "Yo no creo eso, son puros cuentos". "Tiene una hija de quince centímetros perdida en los bosques. La princesa Millaray la buscará". Llevaba su cetro del poder en la mano izquierda mientras con la derecha levantaba el vestido de colores enredado en la maleza. "Buenos dias, buenos dias" decía. Tenía su corona de oro, un collar brillante con esmeraldas incrustadas, pulseras y la cara la tenía pintada con rayitas de colores. Las sandalias eran de cuero de cocodrilo que ella apreciaba como reliquias. Se las había regalado el dios Bochica en una visita que les hizo a los Wayú despues de bajar del arco iris.
Los brujos y las sacerdotisas venían también. Ellos estaban vestidos con largas batas blancas, mientras sus compañeras tenían vestidos de colores. Entonaban canciones entre el sonido de las flautas y los tambores. Algunos bailaban por la embriaguéz de la chicha gritando "Que viva Cajamarca" "Que vivaaaa". "Que viva la princesa Millaray" "Que vivaaaa". "Que viva el cacique Ibagueee" "Que vivaaaaa". "Que viva la reina Yexaleeenn" "Que vivaaaa" gritaban alborotados. La calle humana se revolvía. Caminaban atropellándose y empujándose, acomodándose en la vasta extensión.
Las parejas se bajaron de las sillas acercándose al sagrario. Extrañamente venían vestidos con guayucos como en dia de rutina. Los ancianos rodearon la piedra sagrada y la estatua, dos sacerdotisas y Mohán se acomodaron invitando a las parejas cerca al fuego donde danzaron entre el repiqueteo de los tambores. Cantaban invocando las fuerzas celestiales:
"Dios sol inclina tu cabeza y míranos
diosa luna despierta de tu sueño y acompáñanos
estrellas del universo mándanos tus luces
bendecid a estas parejas
fortalécelos con tus rayos".
Gritaba Mohán levantando la cara y los brazos "Honrad a estas parejas para que tengan muchos hijos y para que sean amigas del universo". "Booommm, booommm, boooommmm" gritaban los ancianos en su danza. Los tambores repicaban, las flautas sonaban alegres, algo nostálgicas.
Las sacerdotisas se acercaron a los caciques con dos anillos en una piel de ovejo. Mohán llevó otros dos anillos en una bandejita de oro acercándose a Millaray y Yexalen. "Dioses del viento, de la lluvia, de la noche, del día exalta la unión de éstas parejas. Dadles vuestra fuerza vuestro poder.
Los tambores se enloquecían, las flautas también en arrebato. Parecía que el día tuviera mas luz y aire. Cuando los novios le pusieron los anillos a Millaray y Yexalen y cuando ellas metieron los anillos en los dedos de los caciques, las novias arrancaron a correr veloces en la calle humana hasta la laguna donde seguiría el rito.
entonces Ibagué y Cajamarca se fueron detrás de sus mujeres entre el enorme griterío humano que los animaba a capturar a las fugitivas. El pueblo también corría detrás en un carnaval de gritos, risas, eeepaaaaa, hágaleeeee, cooojanlaaasss, corraaaaaaann, corraaaaann"
Millaray y Yexalen iban cogidas de las manos lastimándose los pies y el cuerpo con las raíces, con los troncos, con las malezas, las piedras, pero eso no les importaba. Tenían que cumplir el rito. el cabello les flotaba y corrían. El pueblo las alentaba: "Fuerza, fuerza princesa Millaray". "Aguante reina Yexalen".
Eran dos kilómetros hasta la laguna.

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