jueves, 17 de junio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 47 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


La noche llegó veloz, ellos ya estaban dormidos. Mohán roncaba duro y de vez en cuando silbaba. Madremonte se volteaba a uno y otro lado incómoda. Cajamarca y Millaray estaban profundos lo mismo que Huenuman. No soñaron. Cuando amaneció se admiraron de la noche tan rápida "Me parece como si solo hubiera dormido un ratico" comentó Madremonte saludando a sus compañeros. "A mi me parece lo mismo" dijo Millaray alargando la cabeza mirando fuera de la cueva. Cajamarca dijo "Buenos dias" y los otros contestaron "buenos dias, como amanecieron". "Bien muy bien". Salieron de la cueva, verían como había amanecido el cóndor de los Andes. "Donde estará el cóndor?" preguntó Millaray. "Allá está acurrucado debajo de los árboles, se ve tranquilo, estuvo protegido del sereno, del agua y de la noche", dijo Madremonte subiéndose a un tronco que le estorbaba el paso. El buitre se paró sacudiéndose el agua. Se acercó mirando a Millaray lanzando un largo grito "Ooooooggggrrrr, oooogggggrrrr" mientras Cajamarca caminaba entre los árboles cazando un animal que les quitara el hambre. Llevaba una flecha preparada tensando el arco "A la derecha parece haber algo". Los animales habían huido por la presencia del cóndor y los viajeros.
Vieron una gacela a veinte metros. "No la deje escapar Cajamarca, esa es la comida de hoy" dijo Mohán acercándose al muchacho. La gacela, nerviosa miraba a una y otra parte. Olisqueaba curiosa sin irse como si no pudiera despegar las patas. Entonces Cajamarca alistó una flecha y apuntando disparó "Suazzz", la flecha se fue veloz penetrando en el pecho de la víctima que cayó en el pasto "Plaafff" y entre las malezas. Cajamarca, Millaray, Mohán y Huenuman corrieron recogiendo la presa trasladándola cerca de la cueva. "Asémosla, tenemos hambre" dijo Millaray mirando al animal convulsionándose.
Sacaron las hojas secas de la cueva, recogieron ramas, palos y troncos y encendieron una fogata. La candela se elevó azul, roja y amarilla, botando chispas que desaparecían en el aire. Madremonte y Millaray cogieron sus cuchillos, "Empecemos" dijo afanada la diosa. Se agacharon al lado del animal quitándole la piel, "En un momento hacemos esto", comentó Madremonte cortando la piel del estómago y la mandíbula. A Millaray le hacía falta práctica. "Tengo que aprender esto", dijo sonriendo. Tiraron la piel encima de un tronco abriendo el estómago del que salía vapor. Le sacaron los intestinos. Mohán se los echó al cóndor "Gracias yo también tengo hambre" dijo el ave devorándose las tripas, el hígado, los riñones en dos enviones. Despresaron el resto extendiéndola en palos ardientes. Pronto salió un aroma tentador. Cogieron los cuchillos y acercándose al fuego cortaron pedazos que comieron afanados "Que carne tan sabrosa" dijo Cajamarca chupándose un dedo "Gracias a su flecha y a su puntería estamos comiendo", le dijo Huenuman.
Duraron largo rato alrededor de la fogata, luego se levantaron alistando los equipos del rito. "No podemos demorarnos, tenemos que aprovechar el tiempo" dijo Madremonte saltando encima de una piedra. Se acercaron al cóndor que estaba recibiendo rayos de sol. Le dijeron "Cóndor baje el ala". "Claro como digan" contestó descolgándola. Las mujeres se prendieron y rápido estuvieron en las espaldas del ave. Luego subieron ellos llevando los objetos. Se acomodaron alrededor de las mujeres diciéndole al buitre. "Ahora si cóndor, siga el viaje". "Como ordenen" contestó malgeniado por falta de carne. Buscó una roca encaramándose, se impulsó batiendo las alas ganando altura.
No se demoró en llegar al espacio blanquecino. Hacía buen día y ya estaban enrumbados a "La montaña blanca" que se veía oscura. "En poco tiempo estaremos en la montaña resplandeciente", dijo Millaray contenta.

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