Oidnos mansa tierra madre nuestra.
Os habeis dado cuenta que te respetamos y te queremos.
Perdonad los agravios del que te haya ofendido.
Y volved a la vida a nuestros hermanos de raza.
Haced que tengan otra vez movimiento para que vuelvan a sus pueblos,
al sitio de su nacimiento.
Noble tierra que nos dais tus frutos,
que nos dais la vida,
te queremos como nuestra madre,
como nuestra eterna madre.
Perdonad la ofensa por favor".
Y despues de acercarse y de hacer grupo continuaron en la danza, en los cantos y en la música.
"Para terminar la ceremonia tenemos que hacer el rito del hombre del helecho y el rito del fuego", dijo Huenuman dando largos saltos en la danza. "Mohán, haga una fogata duradera. Usted que es el amo del fuego debe hacerla". "Si" contestó el manteniéndose elevado dos metros en el aire limpio. Girando lento donde estaba dijo: "El fuego debe nacer del hielo para que sea mas fuerte y duradero. El fuego debe producirse del agua". Se concentró cerrando los ojos, bajando del aire, pisando la tierra desequilibrado hasta reponerse poniéndose en igual estado mental que sus compañeros. Miró a su alrededor encontrando bloques de hielo que juntó en un alto montón y cuando tuvo buena cantidad se arrodilló agachando la cabeza. Pronunció palabras mudas. Sus amigos sabían que era un conjuro a los bloques de agua. Así duró veinte minutos. Los otros no dejaban de danzar, de clamar y de tocar la flauta y el tambor. Cuando vio todo listo, dio un soplo encima de los bloques que de inmediato se encendieron. Saltaron llamas chispeantes vivas, rojas, azules, verdes y violeta. Las altas flamas eran calientes pero no quemantes, se inclinaban a los lados bujando profundas, rabiosas.
Cuando ya el fuego se alzó, las nubes que rodeaban a Madremonte desaparecieron dejándola visible en su cuerpo de carne y sangre. Huenuman paró de danzar secándose el sudor, respirando profundo y caminando hasta la escultura del hombre del helecho, la levantó acomodándola entre dos piedras grandes cerca a la fogata. Se soltó de la cintura un pedazo de rejo amarrado, continuando su danza alrededor de la escultura, azotándola una y muchas veces diciendo a gritos en el sudor:
"Genios de la tierra cuidadores de la gran madre.
Vosotros los organizadores de todo lo que hay,
reveladnos el secreto.
Decidnos quien fue el culpable del hechizo para que las tribus quedaran encantadas".
"Boooommmm, boooommm, booommmm" repetían los otros danzando locamente, tocando la flauta, el tambor y la caracola que Cajamarca entonaba alternándola con los sonidos del cuerno. "Booommm, booommm, booommm" decían alrededor del fuego elevado en jirones coloreados al espacio. Nubes luminosas. Los azotes de Huenuman a la escultura no paraban y así siguió dos horas:
"Gnomos de la tierra y de los bosques . . .
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