martes, 29 de junio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 53 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Huenuman comprendió que no podían quedarse callados. Debían ayudar a la criatura para que la orden se cumpliera, por eso le dijo a sus amigos: "Sigamos en el rito, es necesario". Entonces Millaray que miraba las llamas brotando del hielo, se acercó a sus amigos entonando la flauta vibrante. Mohán tocó el tambor con fuerza y ritmo. Cajamarca le sacaba sonidos a la caracola y al cuerno creando vibraciones en los elementos, mientras Madremonte poseida del hechizo le cantaba al aire, al agua, a la tierra, al fuego, a los bosques, a los ríos. Huenuman danzó largo siguiendo el ritmo de la música y de las palmas de las manos "Booommm, boooommmm, boooommmmm" repetían en su danza mientras el gigante ordenaba otra vez: "Soy el señor de la fuerza y del poder y mando que la puerta del nevado se abra ya". Extrañamente el enorme portón se abrió entre ensordecedores sonidos. Todo estaba brillante adentro.
Una refulgencia intensa salió por el portón extendiéndose en la montaña que también se iluminó. El grupo y el gigante quedaron cegados pero no esperaron mas. Huenuman recordó que debían entrar o si no, el portón se cerraría y no volvería a abrirse. Entre tantas sorpresas y en una carrera loca por las peñas y piedras, llegaron a las tribus convertidas en estatuas.
Prodigioso.
Miles de hombres, mujeres, niños, mulas en posiciones que un escultor envidiaría. Era el museo del oro y la fantasía mas grande del planeta.
Los ojos eran esmeraldas y diamantes y el resto del cuerpo puro oro. Hombres de oro y esmeralda, mujeres de oro y esmeralda, mulas de oro y esmeralda cargada con bultos de oro y piedras preciosas.
El gigante lanzó un grito de elefante caminando hasta los paquidermos con los mocos levantados, con la cabeza inclinada, cada uno en su posición. Se acercó y cogiendo al hombre-estatua-de-oro sentado en el animal, gritó soberbio: "Ordeno por el poder que tengo que el hechizo se deshaga para enviar este hombre a su país después de que sea castigado, porque es el sacrílego de la caverna" y levantó el brazo empuñándolo.
Con ese mandato la montaña tronó y tembló. Crujidos de piedra y tierra sonaron profundos. "Todo se va a romper, nos vamos a morir" gritó Millaray aterrada. "Tranquilos, no pasará nada malo" dijo el señor de la fuerza y del poder con los brazos extendidos a las tribus. Una polvareda de oro se levantó en nubes amarillas. Caían encima de la multitud de estatuas estremecidas derribándose de temblor.
Afuera se escucharon truenos partiendo el aire. Rayos de fin del tiempo se hundían atravesando el espacio con fuego irracional.
Una tormenta de nieve se desprendió de las nubes cayendo en copos gruesos. Pronto la mole quedó cubierta y blanca. Brillaba con los relámpagos.
La caverna regresó a la calma.
Los primeros en despertarse fueron los dioses Takima el de rostro de pájaro y cuerpo de hombre, y la bella Inhimpitu que no tenía edad. Bostezaban moviéndose en sus elefantes que también se despertaban desentumeciéndose. Estremecían el cuerpo.

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