jueves, 19 de agosto de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 80 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Ese dia Mohán fue al rio acompañado por una sacerdotisa que desde hacía tiempos quería estar con el. Se metieron en el bosque jugando y persiguiéndose "Alcánceme, alcánceme si puede Mohán. Persígame" le gritaba la joven corriendo entre los troncos y la maleza y riendo con la cara colorada. "Allá voy, no me retes porque no te soltaré en todo el dia". Mohán arrancó a correr veloz pero la muchacha iba mas ligero. Aquella tentación lo alentaba a demorar el juego. Mohán sudaba, no por el esfuerzo sino por la provocación femenina que cada vez era mas acosadora "Donde estás. Que te hiciste" "Aquí, aquí estoy jajajajajaja" decía ella moviendo las ramas incitando al mago. De pronto el se dijo "Ya está bien, no aguanto mas" y corrió como un fauno entre las ramas, los bejucos y las piedras capturando a la joven en menos de un instante y levantándola en los brazos la llevó a la orilla del rio donde había una larga extensión de agua tranquila como una laguna. "Serás mia en el fondo del agua para que nadie nos mire y nos envidie" y sin dudar se lanzó al rio con la joven, yéndose al fondo entre la vegetación acuatica, las piedras y la arena "Ven, ven le decía quitándole el guayuco mientras miles de burbujas subían a la superficie asustando a los peces y a los cangrejos que por allí pasaban. "Hazlo hazlo ya Mohán, no me dejes esperar" decía ella retorciéndose voluptuosa dejando que el mago inventara los juegos que se le ocurrieran. "Pareces un toro" susurraba ella con el cabello flotante al ritmo de las corrientes. El la acostó en la arena, la besó poro por poro mientras ella gritaba "Gracias, gracias Mohán" entonces la levantó recostándola en una piedra donde la penetró furioso. Los peces, los cangrejos, las tortugas miraban embelesados la escena que los puso a tono con el sexo y el amor y cuando la muchacha y el mago salieron del río, los animales buscaron a sus parejas haciendo el amor todo ese dia como si un extraño impulso los obligara a ello.
Mohán y la sacerdotisa volvieron a la superficie cogidos de la mano. Ya en tierra se despidieron. el mago se sentó en una piedra, encendió un tabaco chupándolo ansioso mientras la joven corría al caserío, dichosa en aquel dia sereno.

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