viernes, 9 de abril de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 3 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)

"Caminen y me acompañan" les dijo el cacique. "Voy con mi pueblo y con mas de mil docientas mulas cargadas de oro y piedras preciosas a una meseta de la que nos han hablado y que no está lejos de aquí. Fundaremos una ciudad donde viviremos, es una región tranquila como ninguna otra en amerindia. Nos han dicho que es el centro de Columbus y que desde ahí podemos dominar el imperio pijao". "Así es", contestó mohán soplando el humo de su tabaco casi entero. Escupió dejando una mancha rojiza en el hielo. "Lo acompañaremos hasta donde vaya, lo protegeremos porque la diosa Madremonte y yo, hemos escogido éste país para vivir. Estas tierras no tienen igual". El cacique se alegró. Tenía una dentadura blanca y una nariguera de oro no muy grande colgada de su naríz curva. Las líneas de color rojo, azafrán, verde y amarillas de su cara parecieron mas vivas cuando miró a Madremonte, a la vez que su corona de plumas de guacamaya y pavo real, se movía por el ventarrón de la montaña.
De pronto vieron algo llamativo a lo lejos.
Un inmenso buitre se desplazaba en el espacio entre las nubes grises y congelantes de esa hora. Dió dos vueltas encima del pueblo que lo miraba señalando y haciendo gestos desde el hielo. "Vea, vean. Es el cóndor de los andes. Ahí debe venir la princesa Millaray". "Si, si. Ahí viene", gritaban saltando entusiasmados.
El ave bajó lenta hasta tocar el hielo, ahí se quedó parada, quieta, esperando que la princesa Millaray, hija del cacique Ibagué, bajara de su espinazo donde había estado acomodada desde el reino de la diosa Bachué, al oriente del pais de la nieve, de donde venía.
La princesa se descolgó por un ala, cayendo al hielo entre la curiosidad del pueblo que se acercaba corriendo para saludarla. "Bienvenida princesa Millaray". "Es muy bueno que esté otra vez con nosotros". "Que tal el viaje". "Como le fue con la diosa Bachué", le preguntaba la gente acosándola para verla. Ese cóndor era el cóndor de los Andes, ave insignia de las montañas de Columbus que se había quedado en el reino Pijao porque le gustaba estar a las órdenes de la princesa Millaray y junto a su gente.
Venía sonriente y bella al encuentro de su padre. Se detuvo saludando al pueblo que la aplaudía, y continuó en una carrerita entre la calle humana hasta donde Ibagué la esperaba.

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