sábado, 10 de abril de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 4 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)

El cacique abrió los brazos y ella, metiéndose ahí lo besó en las mejillas y en la frente. Quedaron mirándose y el, poniendo las manos en la cara de la muchacha, le dijo: "Estás bella hija. Por qué te demoraste?". "La diosa Bachué casi no me deja venir, necesitaba que le enseñara las artes de la belleza y el embrujo y casi no me suelta hasta que le dije que otro día volvería. Quería venir porque le gusta mucho el país de la nieve. Al final recapacitó y dijo que iba a fundar su imperio enseguida del mio, cerca de la laguna Iguaque donde ella había nacido hacía miles de años. Así seríamos vecina, me aseguró". "Todo está bien, pero no tienes hambre?, quieres carne de ovejo o papas saladas y queso rancio que traemos en las mulas?. Que tal fue tu viaje?, si se comportó bien el cóndor?, obedeció tus órdenes?". "Si papá, ese cóndor no tiene igual. Vuela como una flecha y nunca se cansa. Por las noches, cuando no encontrábamos lugar para dormir, yo me tiraba en el pasto y el me tapaba con las alas para protegerme y para darme calor. Te fijas?, todo está bien no te preocupes. . . y tampoco tengo hambre. Venía comiendo carne de conejo y yuca sancochada que un Muisca me regaló pensando que mi viaje sería largo". "Ah, bueno".
Ibagué miró a su pueblo, que los observaba también.
Madremonte hacía mucho rato se había puesto el vestido, que estaba encima de la roca. Ahorita le arreglaba las roturas que mohán le había hecho. "Que pena con ustedes, mago Mohán y diosa Madremonte por saludarlos hasta ahora. Es que mi papá no me suelta y no me da tiempo para nada. Hacía mucho que no los veía pero me alegro que estén aquí y que estén bien". Y abriendo los brazos saludó a Madremonte dándole un beso en la mejilla. Le acarició el cabello y le dijo: "Está hermosa, parece que se rejuveneciera cada día". "Así es, princesa", dijo Madremonte. "Un día de éstos tenemos que hablar de cosas para que viva mucho tiempo y esté siempre joven, que es lo que cualquier mortal desea". "Gracias diosa, no la dejaré en paz hasta que me lo diga. La perseguiré porque deseo estar siempre como ahora". "TRanquila Millaray, le cumpliré la promesa". Entonces Madremonte, tocándole un brazo, la dejó y caminó hasta una roca de hielo, donde se quedó quieta con los brazos cruzados.
Millaray sorprendida por los ojos codiciosos y alucinantes de Mohán, disimuló el impacto y lo abrazó porque ya estaba a su lado. El mago no perdió la oportunidad de estrecharla y de darle también un beso que duró mas de lo permitido. Hasta le besó el cuello y le aspiró el perfume que olía a musgo y a roble.

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