martes, 8 de junio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 42 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Se tumbaron en la tierra y en el pasto mojado. "Ahora ven acá. Rodemos encima del mundo y al lado del agua que me pone ansiosa", decía ella. "Como quieras. Haré lo que me pidas bella Madremonte". Rodaban amarrados, confundidos sin ganas de soltarse. "Huy cuanto quisiera que esto no se acabara. Sigue, sigue Mohán no pares". Se pegaron al tallo de un árbol enorme que crujía y se mecía con los movimientos de Mohán. "Hoy estás enloquecida, Madremonte". "No te gusta?", contestaba ella abrazando al hombre. Los ojos del mago echaban candela, los ojos de Madremonte echaban chispas de colores chamuscando a Mohán en el pecho y en los brazos. Lava hirviente brotó de las cuevas de la diosa en lanzamientos que Mohán comprendió y que ella se agradecío en su respiración alucinada, "Oooohhhh, ooooohhhhh".
Se tumbaron de espaldas recibiendo oleadas del río. De repente Mohán se levantó acordándose de algo, diciéndole a su amiga: "Huy me había olvidado de todo. Yo vine por ustéd porque nos están esperando en la maloca para arreglar una expedición al nevado. Ustéd tiene la culpa de mi olvido . . ." "Te arrepientes?". "No, pero vámonos ya. Deben estar pensativos al ver que no llegamos. Es que vamos a viajar en el cóndor de los Andes al nevado del Tolima. Iremos con Cajamarca, con la princesa Millaray y con el gran brujo Huenuman. Los Pijaos han quedado convertidos en estatuas de oro y esmeralda". "Si?, yo no he oido decir nada". "Nadie sabía nada. Huenuman dice que nos necesita a los dos para hacer ritos y volver los Pijaos a la vida". "Entonces vamos. Por qué no me dijo antes eso?". "Estaba olvidado de todo, no comprende?". "Corramos, corramos".
Madremonte buscó su vestido de hojas tirado encima de una piedra poniéndoselo en un instante. Empezó a subir la cuesta al caserío ayudada por Mohán que la jalaba de la mano.
"Véanlos, véanlos allá vienen", gritaba un niño enviado por la princesa Millaray.
Se encontraron en un charco oscuro por los animales que chapoteaban allí. "Hola ustedes donde estaban?, en la tribu estan afanados porque no llegan. Muchos piensan que se ahogaron". "Hola niños que hacen por aquí?, preguntó Madremonte arreglándose el vestido. "Nos mandaron a buscarlos porque Mohán hace mucho rato se vino y no ha aparecido por allá". "Ah, era que nos estábamos bañando. Todos saben que cuando uno se baña en un río enfurecido, se vuelve fuerte y poderoso". Los niños se miraron corriendo por la cuesta, llegando al pueblo alborotado: "Yo no sabía nada y mi hermano quedó petrificado. Tengo que buscarlo". "Yo también iré a ver en que ayudo". "Por eso es que baja tanta agua por el Anaime, el deshielo es increible". Frases así se escuchaban. Madremonte apuró el paso acompañada de Mohán que había prendido otro tabaco. Entraron a la maloca entre tanta gente hasta llegar a donde estaba Cajamarca con Millaray y Huenuman. Estaban comiendo fríjoles con arracachas y carne de ovejo en grandes totumas, también tomaban chicha de maíz. Madremonte sonrio y sin hablar se acercó a Huenuman dándole un beso en la mejilla: "Tanto tiempo sin verlo gran mago Huenuman. Hoy debe ser día de fiesta por su presencia aquí", le dijo la divina admirándole la fuerza y la juventud. Huenuman se puso de pie diciéndole: "Soy yo el que se alegra de verla. Cuantos años han pasado desde que nos vimos?". "Mas de medio siglo y usted sigue igual". "Y usted también está joven y hermosa. Yo se que es la dueña del tiempo y que lo maneja como quiere". "Gracias por decirme eso Huenuman". "Así es".

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