miércoles, 9 de junio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 43 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Entonces Cajamarca que había estado escuchando la charla, se acercó atraído por Madremonte, le sintió fragancias de mujer, aromas de reciente pasión. Le echó una ojeada sospechosa a Mohán y después a Millaray que le guiñó un ojo porque su intuición le había dicho la aventura en el río. "Yo creo que Mohán ya le contó lo sucedido con los Pijaos en el nevado. . .". "Si, ya se todo. Es una tragedia que debemos arreglar", contestó Madremonte arreglándose el cabello todavía húmedo. "La estábamos esperando para irnos, vamos a hacer un rito de despedida con el pueblo, se han reunido para eso". "Como diga noble cacique".
Entonces Cajamarca se subió a un tronco cercano para que todos lo vieran y lo escucharan. Levantó las manos y la algarabía cesó: "Pueblo de Cajamarca, la presencia del mago Huenuman aquí, es lo mejor que nos ha pasado en muchos años, su visita es de gran significado. Deben saber que la mayoría de tribus Pijao han quedado convertidas en estatuas de oro y esmeralda en el nevado del tolima por un sortilegio desconocido. Yo creo que ustedes saben la historia. Dentro de un rato nos iremos al nevado con Huenuman, con nuestra amiga Madremonte, con Mohán y con mi novia Millaray pero la aldea no puede quedarse sin dirección. En esos días gobernará el pueblo el taita Amuillán. El tiene la sabiduría para dirigir y para hacer las cosas con discernimiento. Pensamos que no será mucha la demora nuestra pero si se alarga la aventura, Amuillán está autorizado para resolver cualquier problema".
Cajamarca le hizo una seña a Amuillán quien se puso de pié acercándose ligero.
Era el médico y consejero del pueblo. Conocía los secretos de las plantas y era capáz de hablar con el viento, con el agua y con los animales. Estaba fuerte y ágil con su diadema de plumas de colores, su larga y gruesa ruana también de colores intensos y una bata larga, blanca de lana de ovejo. Era parecida a las que usaban las mujeres. Tenía una nariguera de oro tapándole los labios y unos aretes también de oro, llevaba un palo largo grueso, símbolo del conocimiento de su autoridad y poder. Usaba alpargatas blancas fabricadas por los habitantes de allí con fibras de maguey.
"A sus órdenes mi gran señor Cajamarca. Ya estoy dispuesto para gobernar al pueblo como me ha pedido. Confía en este hombre viejo que te respeta y te quiere. Ve sin problemas a lo que tengas que hacer y cuando vuelvas encontrarás a tu pueblo en orden y tranquilidad", dijo el taita moviendo el palo de la autoridad a uno y otro lado mirando a Cajamarca con sus ojos serios. "Gracias taita Amuillán. Siempre he confiado en ti por tu conocimiento y por tu prudencia, sé que harás las cosas con sensatéz y cordura".
El cacique dejó a Amuillán indicándole al pueblo que podía empezar el rito de los buenos augurios. Lo hacían para que tuvieran buen viaje y para que les fuera bien en las cosas que tenían que hacer.

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