miércoles, 26 de enero de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 146 (La desconocida y fantástica historia del pueblo pijao)


"Bueno vamos" respondió Cajamarca cogiendo del brazo a Machuca que se tambaleaba por la chicha.
Cóndor al ver a sus a migos se paró de un salto gritando "Ggggggrrrrr, gggggrrrrrr". Sacudió las alas para despertarse bien, mientras la tribu se apartaba dejando que Millaray, Machuca y Cajamarca se acercaran. El buitre comprendió que ya se iban, y bajando el ala esperó que sus viajeros se prendieran de ella, subiéndolos a sus espaldas. En un instante estuvieron allí, desde donde Cajamarca gritó con toda fuerza "Gracias tribu Cunday y gracias cacique Machuca por habernos recibido. Nos llevamos buen recuerdo de ustedes. Han sido gente muy amable y nos han ayudado bien. Además conocimos a una criatura interesante, el Hojarasquín, que nos colaborará en lo que necesitemos y al que volveremos a ver en poco tiempo". Entonces la tribu gritó y saltó repentinamente, viendo como el cóndor brincaba entre ellos pidiendo espacio. Saltaba en una carrera veloz al lado de las chozas, elevándose por encima de la maleza y de los árboles, yéndose finalmente a la tierra de los indios Coyaimas que no estaban lejos de aquí.
La tribu se quedó apesadumbrada por la ausencia del cóndor. Les había parecido un ave portentosa llegada de las estrellas y posiblemente del sol, al que adoraban. No dejaban de mirar entre las nubes esperando que de pronto regresara para que los llevara en sus espaldas o en sus garras a la presencia de los dioses.
El ave se fue en el aire caliente, semejante a una flecha rompiendo el viento. Como ya era tarde y posiblemente tendrían que trasnochar en el pueblo de los Coyaimas, Millaray y Cajamarca aprovecharon para dormir buen rato entre las plumas porque presentían que por la noche debían estar despiertos para encontrar a la Llorona, mujer fatal a la que no conocían y de la que pocas veces habían oido hablar pero que debían invitar al Líbano para que estuviera en la reunión de las hadas, los duendes y los magos, que la esperarían sin falta. De modo que cuando se dieron cuenta, cóndor ya había bajado por los alrededores de la tribu Coyaima, famosa por su valor y por los tabacos mágicos que fabricaban.
Los aborígenes estaban descansando del trabajo del día que ocupaban en los cultivos, en la pesca, en la caza, en los tejidos, en la artesanía. Fabricaban también tabacos mágicos que distribuían por el país Pijao a los caciques, a los brujos, a las princesas, personas que podían pagarlos con oro, con diamanates y esmeraldas.

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