jueves, 26 de mayo de 2011

LARVA LA MUCHACHA CON ALAS DE MARIPOSA 2



Las piernas les temblaron y la voz se les fue, pero entendieron que en ese caso debían obedecer. No había otro remedio.

el hombre caminó afanado entre la maleza y los árboles apartando ramas y bejucos con brusquedad en la penumbra de las tres de la tarde. Se metía en la maraña con potente fuerza. Saltaba en las rocas, bajando semejante a los reptiles, sus pasos largos y ruidosos obligaban a los niños a correr. No se daban cuenta de las heridas que se les abrían en los brazos, en las piernas, ni de las lastimaduras hechas por los árboles o las piedras del camino. Sin embargo le rogaron que parara un momento para descansar y para tomar agua. El hombre no les hizo caso, los miró malgeniado diciéndoles "Bajen por aquí, muévanse, ya vamos a llegar".

se deslizaron entre barrancos rojizos haciendo rodar arrumes de piedras y arenas, levantando polvareda. El hombre los miró acosándolos con empujones mientras el sudor le corría como arroyos por los músculos del pecho, los brazos y la espalda. El pelo revuelto le tapaba la cara dándole aspecto maniático, entonces levantó del cuello una diadema de piel de armiño acomodándosela en la frente para sujetar el pelo que al fin dejó de caérsele.

Bajaban por las gargantas dándose la mano, buscando escalones o dejándose caer en la arena o sobre las hojas amortiguando las caidas. En veinte minutos llegaron a la boca de un túnel entre rocas húmedas cubiertas de musgo, vegetación parásita y arbustos de tallos retorcidos. La boca estaba tapada con una piedra de la altura de un hombre, y según Cox, pesaba cuatro toneladas que el movía fácil pero que lo hacía sudar. Los ojos se le saltaban y los músculos le palpitaban hinchados y brillantes. Las venas querían reventársele y el corazón era un motor en explosión.

Algo urgente impulsaba al gigante al fondo de la cueva.

En tres minutos vieron la oscuridad del tunel y sintieron frio. "Métanse por aquí" dijo empujándolos. Volvió a retroceder moviendo la piedra y tapando la entrada. De repente un mundo húmedo los envolvió. "Uy esto está muy oscuro" y como no se atrevían a seguir, se estuvieron quietos acostumbrando los ojos a la sombra. Cuando ya pudieron distinguir las cosas, caminaron cerca de docientos metros poniéndole cuidado al silencio. Tropezaban en las piedras lisas de humedad y moho, caían en los charcos, cerca a los escorpiones y las tarántulas, presintiendo a las serpientes y a los murciélagos.

Miles de gotas repicaban en las piedras y en los barrizales. Un eco de sonidos desconocidos golpeaba las paredes, devolviéndose a donde ellos estaban.

Al otro lado vieron una caverna iluminada por luz rojo azulosa brotando del suelo, de las paredes y la bóveda. El resplandor los cegó, pero en un momento acostumbraron los ojos a la luz.

Quedaron asombrados. Vieron una sala de relieve caprichoso. Siete pantallas de televisión vigilaban el bosque. Veían allí...........

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