lunes, 29 de agosto de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 26



Entonces Luz de Luna se vino velóz desde la colina en la que estaba, volando sobre la laguna casi tocando el agua con el pecho, hasta llegar al lado del Tunjo al que le dijo revoloteando sobre su cabeza "Que es lo que quiere, porqué tiene tanto afán?". "Tenemos que hacer venir rápidamente a Idacansás, el poderoso mago de los Muiscas porque nuestros amigos Cajamarca y Millaray necesitan hablar con el". "Verdad?. Entonces que esperamos. Empecemos ya" respondió Luz de Luna entonando un canto misterioso e incomprensible que hizo callar al bosque, cristalizar las aguas de la laguna y detener las nubes en su vuelo, mientras el Tunjo silbaba una canción mágica capáz de arrodillar a los leones, a los pumas, y doblar los árboles hasta el suelo por poderosos y altos que fueran.

Pájaro y Tunjo se concentraron mas.

"Tenemos que concentrarnos en el mago mientras ustéd canta y yo silbo" le dijo el Tunjo al pájaro que entrecerró los ojos invocando la presencia del mago. De ese modo siguieron diez minutos hasta que vieron aparecer al otro lado de la laguna una nube de color púrpura venida desde el pueblo y que bajó lenta hasta asentarse en el suelo. Esa nube se abrió como las valvas de una concha que tiene en su interior una perla, bajando de ella el mago que saludó a los jóvenes levantando los brazos.

despidió a la nube diciéndole "Gracias nube, quédese por ahí un rato que yo la llamaré para que vuelva a llevarme al pueblo". La nube se alzó yéndose despaciosa a flotar cerca de otras nubes que pasaban silenciosas junto a ella.

entonces Idacansás caminó un poco por el barranco, envuelto en una ruana gruesa. Tenía la cabeza cubierta con un manto de lana también de colores y que lo protqgía del frio y de la neblina. Saltó repentinamente dentro de la laguna donde caminó tranquilo encima del agua como si caminara en la tierra.

Los jóvenes estaban asombrados y atemorizados observando semejante prodigio que jamás habían visto. El corazón les latió queriendo salírseles del pecho. Con solo pensar que en un momento estarían frente a aquel hombre, los ponía en un estado inconsciente, olvidados de ellos mismos.

Ya venía en la mitad de la laguna, entre un silencio que dejaba escuchar el quebrarse del agua debajo de los pasos. El mientras tanto les sonreía como si nada anormal pasara. Estiraba los brazos saludándolos hasta llegar junto a ellos.

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