sábado, 11 de febrero de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 65


Ahora háblale a tu pueblo porque todos quieren oirte, quieren verte encima de la piedra desde donde se le habla al pueblo". Y el sin responder, se acercó a la piedra y subiendo por el tronco que servía de escalera, llegó arriba, donde el pueblo al verlo, gritó "Que hable Guanentá, que hable Guanentá" y la multitud hizo silencio hasta que el muchacho dijo "Pueblo Guane, hoy me han pasado cosas raras de las que ustedes no se han dado cuenta. Los visitantes, los divinos hijos del dios Are me han bendecido diciéndome que yo también me he convertido en un hijo de él. Me han dado el oro del tunjo que me hará mas poderoso y dueño de mas riquezas a medida que passe el tiempo. Además el pájaro de mil colores, Luz de Luna, que acompaña a los hijos de los dioses me ha cantado la melodía del universo que me hace sabio. Doy gracias al cielo y a las estrellas por lo que me ha pasado. Pondré mi fuerza para que el pueblo Guane sea recordado siempre. Gracias tribus Guane por haber venido a acompañarnos y gracias por el mandato que me han dado. Ahora que siga la fiesta. Mientras tanto yo atenderé a los hijos de los dioses que me están esperando desde hace rato para que los acompañe y para que les diga las historias de aquí.
el resto del dia pasó en el pueblo con su bulla memorable.
La noche se fue acercando entre el fuego de las antorchas y las llamas de las fogatas que eran muchas. Esa fiesta duró tres dias al final de los cuales la multitud se durmió entre el cansancio, el sueño y la borrachera.
Cajmarca y Millaray difícilmente se despidieron de los caciques después de haberles preguntado si sabían donde quedaba la montaña brillante que andaban buscando desde hacía meses. Ninguno lo sabía, de modo que se quedaron otro rato por ahí, y viendo al pueblo dormido, llamaron al cóndor que vino rápido en un vuelo suave por encima de las chozas y de la gente que estaba tirada en el suelo.
Le dijeron "Vámonos a la tierra de los Chocoes, de pronto allá encontremos a alguno que nos diga donde queda la montaña brillante". "Como ordenen, amigos" respondió el ave bajando el ala para que los viajeros subieran a su espalda.
Ya acomodados, sintieron que el buitre se impulsaba ganado altura rápidamente.
Había un sol frio que estuvo cansón en ese largo dia, hasta cuando llegaron al mundo de los futuros Catíos en el profundo Chocó, y donde no se conocía el agua. Por eso hasta ese momento no había gente allí. De modo que al único que encontraron sentado y pensativo encima de una alta roca en medio de la selva, fue a Caragabi, el dios solitario de esas regiones.

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