viernes, 3 de febrero de 2012

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 64


Inventaron bailes con antorchas y flores. Hicieron sacrificios, alabanzas y pedidos a sus dioses danzando alrededor de las fogatas.
Al poco tiempo, los caciques llevaron a Guanentá a donde estaban Millaray y Cajamarca para que le dieran su bendición. Llegando allí, se inclinaron al frente de ellos diciendo "Divinos hijos de Are, dadle su bendición al mas alto gobernador de nosotros, para que reciba la consagración de los dioses, la iluminación del universo y también de las grandes potestades". Entonces Millaray y Cajamarca lo bendijeron poniendo sus manos en la cabeza del joven vencedor diciéndole "En éste momento el dios Are hace entrar su fuerza en tu cuerpo. Estás siendo bendecido por el a través de nuestras manos. De modo que también puedes considerarte hijo del dios Are y por tanto hermano nuestro" decía Millaray procurando no quedar mal con sus palabras, mientras Cajamarca sacaba el oro que durante varios dias el Tunjo había cagado y que había recogido con curia guardándolo en el joto que siempre llevaba en la espalda. Era mas de una arroba de oro brillante, mas fino que cualquier otro oro del mundo y que cualquiera envidiaría. "Este oro del tunjo que ahora te regalamos por tu nombramiento, te hará inmensamente rico. Cada día serás el gobernante mas poderoso en éstas regiones, y los pueblos tendrán por siempre memoria de ti.
ahí fue cuando Luz de Luna, el pájaro de mil colores que la mayoría de veces se iba del lado de Millaray envolatándose en el bosque, llegó repentino, parándose en la cabeza de Guanentá, cantando una melodía mágica que inicialmente trastornó al muchacho poniéndolo pálido , tembloroso y mudo, con los ojos vidriosos y la boca seca, pero que después de veinte minutos de crisis, lo hizo mas despierto, mas ágil, fuerte y mas sabio, mostrándole el mundo como era en realidad, y dándole conocimiento para explicar las cosas. "Mi mas bella melodía te la he dedicado a ti, joven Guanentá para que seas de verdad hijo de los dioses" decía el pájaro de mil colores revoloteando al alrededor de el. "Mi melodía ha quedado grabada en tu cerebro y en tu corazón, y cada vez que me recuerdes, podrás hacer lo que quieras, podrás también salir de tus problemas con solo pensar en mi".
Guanentá estaba asombrado por las cosas que le pasaban. Tantos hechos raros no los lograba asimilar, pero Millaray que lo veía así de impaciente, le dijo "Quédate tranquilo y deja que tu cuerpo y tu cerebro se conecten a las nuevas cosas. Ahora háblale a tu pueblo porque todos quieren oirte, quieren verte encima de la piedra desde donde se le habla al pueblo".

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