lunes, 19 de mayo de 2014

UN CONDOR GENIAL...................(la fascinante historia de uno de los últimos cóndores de los Andes)



Llegó a la elevada montaña cantando, silbando  y gritando. Su carro aéreo se deslizó suave encima de la nieve, deteniéndose frente a un bloque de hielo que reflejaba blanda y muy blanca la luz del dia
Se desmontó un poco mas arriba de donde vivía el cóndor. Quería llegar sorpresivamente hasta donde el estaba, para dejarlo pasmado con su presencia.
Cansado del viaje que había hecho desde tan lejos, le apagó la batería a la nave y la cerró, ajustando la ventanilla para que no se llenara de nieve. Caminó resbalándose mucho desde la punta de la montaña hasta doscientos metros mas abajo, sobre un hielo transparente y extremadamente frío, donde quedaba la escondida vivienda de su amigo y que el conocía desde hacía mucho tiempo.
En siete minutos que duró el descenso, vio desde mas arriba el inmenso nido de su amigo escondido entre las rocas y libre del hielo. Se acercó lento y curioso a la peñascosa boca, quedándose quieto un momento, observando por fin como dormía el cóndor de profundo en el rincón mas hondo de su cueva.
Entonces aprovechó el tiempo antes de que su amigo se despertara.
Respiró hondo llenando los pulmones y el cerebro de aire nuevo, giró la cabeza y el tronco de derecha a izquierda muchas veces, organizando los músculos, los nervios y tendones. Los huesos que le crujieronn sonoramente entre el ruido del viento. Levantó los muslos hasta el pecho una y otra vez, evitando los calambres, poniéndole ritmo a su respiración.   Inclinó la cabeza hasta sus pies, doblando mucho la cintura dos minutos.
Levantó la vista hasta lo hondo, miró fijo el occidente limpio y transparente,  quedándose embelesado frente al hielo blanquecino y brillante, y algunas nubes entre azules y amarillas que besaban la mole en los picos altos y brillantes.
Las canciones que inesperadamente entonó, junto con sus gritos alegres, algo enloquecidos, asustaron finalmente al buitre en su pesado sueño.
El ave se despertó asustada, con las sienes palpitándole muy rápido, los ojos rojos, la respiración agitada y con los músculos listos cualquiera que fuera la situación. Por eso se paró de un salto encima del nido,  parpadeando veloz, acostumbrando  los ojos al viento frío y a la neblina que en todas partes mantenía, como una compañera fiel, muy pegajosa. “expulsaré al intruso que haya por ahí, por haberme interrumpido la tranquilidad, y mi sueño que son tan sagrados cuando descanso” pensó enfadado.
Caminó desde el fondo, hasta la boca de la cueva, mirando a todos lados con atención, abriendo mucho los ojos sin dejar escapar ni un detalle. Estiró mas la cabeza para atisbar detenidamente entre las rocas cercanas, descubriendo por fin al viejo, que estaba sentado en una piedra grande cubierta de escarcha. El visitante se reia travieso, con la cabeza agachada y una picardía sospechosa. El poco pero largo cabello que tenía muy revuelto, se le caía en mechones blancuzcos tapándole la cara, que por momentos el descubría tirando el pelo hacia atrás.
Halagado por la imperial visita que ya había reconocido, cóndor bajó nervioso del nido, dando un salto largo para salir cuanto antes de la boca cavernosa que lo guardaba del frío, la neblina y la nieve tan persistente allí. Corrió junto a su amigo con las alas abiertas y los ojos brillantes, mientras el viejo se ponía de pie para saludarlo, estirando los brazos.

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