"Pasó una tragedia princesa Millaray. El pueblo Pijao ha quedado convertido en estatuas de oro y esmeralda en el nevado". "Si, verdad?". Es por eso que lo veo tan afanado y preocupado . . ." "Si. Despues que ustéd se vino con Mohán y Madremonte hubo un terremoto y un diluvio que casi no terminan, entonces el nevado se abrió en una pared rocosa. La diosa Tulima entró por ahí lo mismo que las tribus desesperadas por salvarse, quedándome yo afuera porque al querer entrar se había cerrado la gran puerta.
Pasó mucho tiempo.
fueron varios días esperando que salieran pero repentinamente el nevado empezó a descongelarse. Entonces comprendí que todos habían quedado petrificados. Eso ya había pasado hacía seis mil años en una reunión de los pueblos de aquí con varios dioses. Quien sabe que secretos habrán para que pasen esas cosas. Esa es la historia princesa y he venido en busca de Mohán y Madremonte para que me ayuden a desencantar la gente. Con su ayuda volveremos a la vida a nuestros hermanos". "Es increible lo que me cuenta Huenuman, tenemos que hacer algo ya. Gracias por haber venido y gracias por querer salvar al pueblo. Sé que con los poderes que ustéd tiene, y con los poderes de Mohán y de Madremonte el hechizo se desbaratará y la gente regresará a la vida". "Si princesa, esa es la razón de mi visita y como no hemos podido cruzar el Anaime, les hice señales de humo para que se dieran cuenta de mi presencia". "El humo lo vimos rápido. También nos habíamos preguntado porqué el río bajaba tan hinchado y destructor. Ahora comprendo todo. Venga, venga conmigo gran brujo, iremos al caserío montados en el cóndor, no hay problema. El león puede quedarse, encontrará alimento y descansará mientras hablamos con Mohán y Madremonte que hace días están con nosotros", dijo la princesa caminando hasta donde estaba el cóndor. "Vámonos entonces. El tiempo es corto"
El buitre descolgó el ala izquierda para que se sujetaran. "Cójanse bien que yo los treparé hasta mis costillas", les dijo el ave torciendo el pescuezo para verlos. Entonces princesa y brujo se agarraron de las plumas dejando que el cóndor los subiera. Ya arriba, mago y muchacha se ubicaron metiéndose entre las plumas. "No se asuste gran brujo que aquí vamos seguros", dijo la princesa. "Si este es el medio que ustéd usa para viajar, yo también puedo acostumbrarme", respondió Huenuman sintiendo como el ave estremecía los músculos, despegando del suelo. "Sujétense que nos vamos" gritó el ave con su ronca voz, impulsándose hacia el río en dirección al pueblo. Abrió las alas moviéndolas poderoso, dejándose ir al hondo espacio, en medio del aire que se metía en sus plumas.
Escucharon de pronto unos fuertes rugidos que se perdían entre el ruido del río y del aire, "Ooooggggggrrrrrr, oooooogggggggrrrrr, ooooogggggggrrrrrr". Era el león que los miraba impotente y perplejo. Se estaba despidiendo de su amigo y de la princesa, para meterse entre los árboles donde descansaría.
Ya el cóndor dorado de los andes cruzaba el Anaime en vuelo sereno. Huenuman gritó de pronto: "Ooooooohhhhhhh, oooooohhhhhh, ooooooohhhhh" por el vacío en su estómago, mientras el ave caía como una flecha en un espacio libre de árboles y maleza, en medio de chozas de bahareque con techos de paja, ventanas pequeñísimas y puertas que mostraban un interior oscuro y triste. Estaban construídas sin orden, la mayoría juntas para darle unidad al pueblo, pero también habían bohios entre el bosque, a la orilla de los ríos y cerca a los sembrados.
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