viernes, 2 de julio de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 56 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Tenemos que separarnos. Oigan, oigan dividámonos por tribus y verán que así nos encontramos" gritaba un hombre maduro de gran musculatura y mirada inteligente.
Viendo que así se ordenaba semejante caos, gritaron: "Sutagaaaooss, Sutagaaaoooss vengan aquí" gritaba uno. "Ambalaaass, Ambalaaass, vengan aquí Ambalaaass" y se acercaban formando grupos según las tribus. "Pantagoraaaass, Pantágoraaass vengan" gritaba otro hombre y se oían otras voces en la algarabía.
fueron separándose: Aquí los Ambalás, allá los Yalcones, los Putimaes, a un lado los Pantágoras y cerca los Coyaimas, los Natagaimas, los Sutagos . . .hasta que la organización se resolvió por si misma encima de la nieve compactada formando un suelo sólido, transparente.
Las nubes estaban pesadas. Corrían lentas obedeciendo a Madremonte: Nunca mas abandonarían la montaña. Bajaban tanto que era imposible ver a un metro de distancia, eso dificultaba la organización. Aprovechaban el elevamiento de las nubes para correr, mirar y ordenarse.
Despues de que se vieron completas, las tribus reconocieron sus mulas, su oro y sus piedras preciosas. "Esta mula y este oro es de los Yalcones. Yalcoooneees, Yalcoooneees esta mula y este oro es de ustedeeeess, vengan, vengan". "Cojan esa otra mula, se le van a caer la ollas y se le van a regar las esmeraldas. Esa mula es de los Putimaes. Putimaaaees, Putimaaaees aquí hay otra mula con tesoros. Es de ustedes".
Así habían pasado la noche y parte de la madrugada.
El cóndor de los andes que andaba cerca esperando a la princesa se asustó con el alboroto. No durmió, volando sobre ellos todo el tiempo. Se deslizaba entre las nubes gritando.
El sol había hecho un largo recorrido botando rayos amarillos que ellos aprovechaban calentándose en aquel nevado sobre el que no dejaba de caer la nieve.
La clasificación de las mulas no fue fácil porque muchas estaban sin marca pero como las ollas y los bultos tenían dibujos de las tribus, se repartieron las riquezas sin problemas.
Sintieron hambre. Sacrificaron decenas de mulas sin carga. Las arriaron entre silbidos y gritos dominándolas, agarrándolas de las crines y las colas, amarrándolas con lazos, doblándolas entre pataleos, coces y fuerzas, matándolas malamente con flechazos, lanzasos y con cuchillos tomandose la sangre salida a borbotones del corazón.
Las descueraron sacándoles los intestinos sin dejarlas morir. se repartieron la carne cruda jalando y cortando como si nunca hubieran comido y como si ya fueran a morirse.
El hielo se ensangrentó mezclándose con el agua corriendo en arroyos que se condensaron dejando una mancha macabra. Decenas de esqueletos quedaron desparramados rindiéndole homenaje a la muerte mientras el cóndor se tragaba los intestinos. El nevado se llenó de águilas y otros animales atraidos por el banquete.

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