Entonces temblorosos de frio nadaron hasta la orilla acompañados por Mohán. Allá les dieron batas, vestidos y ruanas que se pusieron para coger calor arrimándose a las hogueras mientras el pueblo se arremolinaba para verlos y felicitarlos "Que sean siempre dichosos". "El universo los bendiga cacique Ibagué y reina Yexalen". "Los Panches e Ibagué te han premiado dándote a Millaray". "Princesa Millaray, serás la mas felíz de las mujeres".
De ese modo terminaba el rito matrimonial, pero seguiría la fiesta en el caserío a donde iban en tropel entre enormes gritos.
La diosa Inhimpitu caminaba con los recién casados "Nunca había disfrutado tanto un matrimonio. Eran dos caciques, una reina y una princesa en un solo rito. Siento que esta celebración va a durar en mi memoria".
Llegaron al caserío que estaba adornado para la celebración. Todo se convirtió en un hervidero sin orden ni ley. La chicha fue la bebida preferida. Reían, decían cosas locas, comían de todo entrando a cualquier choza mientras sonaban los tambores, las flautas, las caracolas, las charrascas. Danzaban y cantaban yéndose con la noche.
Habían prendido muchas antorchas puestas en las columnas de la maloca y en los bohios. También las fogatas iluminaban chirriantes con sus flamas bailando y alargándose. Sus chispas se iban como puntos de oro desfallecidos. Solo la gente muy borracha, dormía. Los demás volteaban de un lado al otro.
Cajamarca estaba en la maloca y Millaray y Yexalen acompañados por la diosa Inhimpitu, por los ancianos, los brujos, los guerreros.
La noche fue corta. El cansancio los cogió lento y seguro. A los tres dias ya todos dormían descansando para otra vez regresar a su rutina.
Ibagué tomó la dirección de las tribus asesorado por los brujos, los ancianos y por Yexalen que le decía cosas en la cama "Vamos a extender estos territorios" decía el, "Llamaré al guerrero Calarcá para que nos ayude en eso"
No hay comentarios:
Publicar un comentario