Caminó unos treinta pasos, mas allá de
algunas columnas de cedro que sostenían un techo de hojas de palma al lado
oriental de la casa, viendo entre las altas piedras a la incandescente cobra,
su fiel amiga, que lo miraba fijo, enrollada sobre su propio cuerpo. Sus ojos
eran de espera, casi de súplica porque necesitaba la compañía del joven que a
veces se olvidaba de ella. “A que has venido? No te he he llamado, dijo Sansón
al misterioso y largo animal. Necesitaba verte para decirte que estoy contigo
aunque se que no me recuerdas”, respondió la cobra, bajando hasta el suelo los
treinta metros de su cuerpo y plegando las alas que había abierto como dos
gigantescos brazos en una sutil invitación a su amigo. Miró fugaz al muchacho que
no le prestó atención, y entonces reptó silenciosa devolviéndose entre las
piedras, hasta perderse mas allá en la bruma de la noche que iba empezando.
Sansón se quedó pensativo por la actitud y
por las palabras de la cobra.
Vio en el espacio gris al enorme ofidio luminoso,
elevándose imponente, batiendo las alas encima de las dunas, donde desapareció tragado
por la noche y la distancia.
El joven entró de nuevo a la casa. “Que era
ese ruido?” Le preguntó Manoa. “Una culebra con sed”, pero ya la espanté. “Esos
animales son misteriosos”, dijo Joaquín.
“Son astutos y prudentes. Los sacerdotes dicen
que son el símbolo del conocimiento y la sabiduría y que ese símbolo no tiene
porqué darnos miedo ni tiene porque hacernos creer en demonios ni en brujerías”.
“Si, así es”.
El aroma del guiso se extendió por la casa y
Joaquín supo que podía servirlo.
“Ahora comamos el plato del día”. “Bueno”,
dijo Manoa.
Se sentaron.
Mientras Joaquín servía el alimento, Sansón
entonó una melodía con la flauta, mirando a su padre que también lo contemplaba
entre feliz y pensativo.
Dijeron cosas de los Filisteos y los
Israelitas. “Estos dos pueblos nunca se han querido”.
“Por qué
será?”. “Porque todos quieren el poder,
pero los Filisteos siempre han sido malvados con nosotros, nos esclavizan y
también esclavizan a los países vecinos. Nos roban las riquezas y también se
llevan las mujeres para negociarlas en otros reinos”. “Alguien debe llegar para
reducirlos a sus tierras y para aniquilarlos como merecen”. “Si, alguien vendrá
y los destruirá. Gente de esa calaña no puede permanecer en el poder porque
acabarían con la humanidad”. “Todas lo que hay y también los pueblos tienen definitivamente
que luchar por el orden, que es lo principal”. “Si
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