”. “Si, alguien vendrá y los destruirá.
Gente de esa calaña no puede permanecer en el poder porque acabarían con la
humanidad”. “Todas lo que hay y también los pueblos tienen definitivamente que
luchar por el orden, que es lo principal”. “Si”.
Hablaron del oasis en las propiedades de
Manoa: Tenía que cuidarlo, plantarle árboles porque era la vida. Sin agua todo
se moriría, todo sería escombros.
Comentaron
que en los alrededores envidiaban sus cultivos porque no les llegaban las
enfermedades, además eran muy fecundos. .Los frutos eran grandes, deliciosos,
jugosos. La gente decía que tenía buena mano para todo.
Dijeron también que últimamente había aparecido
un gusanito que se comía las hojas en los sembrados de uva de Joaquín y que por
eso debía encontrar la manera de acabarlo porque si no, no habría cosecha y
perdería su esfuerzo y su dinero.
Al terminar de comer, Manoa y Sansón
eructaron con fuerza y sonrieron. Así agradecían a su amigo el rico guiso que
les había ofrecido y que los ponía bien, y satisfechos para regresar a su casa.
“Ahora si nos vamos”, dijo el joven. “Gracias Joaquín por sus atenciones y por el
camello, otro día lo traeré”. “No se
preocupe hijo, cuando pueda lo trae”.
Salieron de la casa para encontrar el
camello que se había tendido perezosamente al lado del pozo, con las patas bien
estiradas. Sansón lo cogió del lazo diciéndole. “Nos vamos Dock, deje la
pereza. Sacúdase”. Lo jaló suave y el animal parándose mientras resoplaba
disgustado, echo a andar detrás de Manoa y del joven que decía. “Hasta luego
Joaquín y gracias por todo”. “Hasta luego que les vaya bien y que no se les
olvide el camino”. “No, como se le ocurre”.
Ya estaba algo oscuro, sin embargo había
suficiente luz de luna para ir tranquilos por el camino hasta la casa.
Padre e hijo subieron a la espalda del
animal en el que habían acomodado el tapete para no tallarse. Empezaron el
regreso caminando sin detenerse pero contemplando la luz de la luna que
caía reposada y lustrosa sobre las dunas
amarillas que cambiaban de color ladrillo a color crema a causa del paso de las
nubes y por los minerales que resplandecían en el suelo, mientras los
habitantes de la árida extensión salían de debajo de las piedras y de los
huecos que habían abierto en la arena para refrescarse, para atacarse y devorarse
buscando sobrevivir.
Muy interesante!! tendremos que seguir esta historia. Gracias por compartirla en el Manicomio de las Letras
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