martes, 21 de noviembre de 2017

CUIDADO SANSON, LO QUIEREN MATAR 24



Era transparente, bello y luminoso como una estrella. Volaba sobre el pozo cuando yo sacaba el agua para lavar los platos y la ropa que estaba tan sucia”, relataba Mara muy nerviosa estrellando las palabras en su boca, y que al final caían desvanecidas en el piso. “Verdad?”.
Manoa estaba incrédulo por todo lo que oia. Se enderezó un poco, recostando la cabeza en la pared, permaneciendo acostado al lado de su mujer que lo miraba intensa para ver que le contestaba o que reacción tenía; sintió que el sueño se le espantaba por completo.
Ella también pensaba y pensaba sin lograr comprender el verdadero significado de la visita que había tenido. Cayó en cuenta de algo, y sin esperar a mas, se concentró en su corazón para tener contacto con el todo. Así permaneció largo rato, mientras Manoa la observaba en silencio entre algunas luces de la luna que de algún modo entraban a la habitación. Una hora mas tarde experimentó una serenidad y una paz que le daban dicha inmensa……… finalmente le llegó un sueño profundo.
Manoa se levantó entonces con cuidado para no despertarla, caminó por la cocina y salió al corredor dando vueltas por ahí. Finalmente se sentó en la banca de madera pero instantáneamente se volvió a parar volviendo a sentarse y a ponerse de pie todo en un instante. Caminó ahora junto al pozo y se asomó a el, miró a lo hondo los reflejos cambiantes sobre el agua que daban la luna y algunas estrellas y de nuevo regresó a la casa con la incertidumbre viva, palpitante
Fue junto a Mara recostándose otra vez lentamente para no incomodarla y quedándose despierto hora y media hasta que finalmente a las tres y veinticinco minutos de la mañana se durmió por el cansancio y el sueño que lo agotaba.
Durmió cuatro horas que fueron bastantes ante semejante acontecimiento.
Al despertar eran las siete y pico de la mañana y los pájaros también estaban enfebrecidos cantándole al sol, y a la luz que les regalaba



 Los gallos descansaban después de su despertar y de sus himnos a la mañana. Su mujer hacía pereza sin querer levantarse. Tenía los ojos muy abiertos y una actitud de desconcierto que no se le iba de su cuerpo. Manoa le dijo “Comuniquémonos con el Uno para que el ángel que viste, regrese aquí. Quiero verlo y hablar con el”.
La bella mujer en silencio le dio una mano a su marido, cerraron los ojos eliminando los pensamientos y dejando que el corazón se encontrara con el todo.
Lo activaron tanto y tan simultáneamente, que en poco rato sintieron transportarse a estados de gran alegría y discernimiento pero no pasó nada en relación con el ángel. Solo sabían que debían esperar y por eso se levantaron para hacer los oficios de la mañana y para preparar el desayuno.




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