martes, 26 de diciembre de 2017

CUIDADO SANSON, LO QUIEREN MATAR 29



Después de mirar a la muchacha, caminó veinticinco metros hasta tres arbustos de tallos rojos, donde estaba el camello comiendo malezas muy despacio y lo trajo de la rienda sin ninguna resistencia.
El cuadrúpedo, cansado y sediento, sin ganas de caminar, bajó la cabeza a la alberca llena, y se aplicó a beber, tomándose toda el agua en menos de un momento, sin detenerse ni siquiera para volver a respirar. Sansón, muy aplicado en lo que hacía, le llenó la alberca otras dos veces hasta que el camello resopló satisfecho retirándose a un lado entre los arbustos, buscando la tranquilidad, el sosiego que necesitaba. luego acercándose a la joven la miró directo a los ojos diciéndole “Gracias, eres muy amable”.
       “No es nada. . .pero ahora donde vas?” “Creo que vuelvo a Israel para venir con mis       padres. Tienes marido?”. “No. Soy virgen”. “Tienes pretendientes?”. “Si, pero no he encontrado el hombre que me guste. Puedo volver a verte?”. “Si, aquí mismo cuando regrese con mis padres. He decidido ir por ellos para que me acompañen en éste país y para que los conozcas”. “Luego no acabas de llegar?”. “No importa. Ahora siento que deben estar aquí porque algo importante va a pasar en mi vida.” “Eres así de apresurado? “Si.” “Bueno, entonces vete. Ha sido una dicha conocerte. Todos los días vengo a éste lugar. Aquí me encontrarás. No faltes.”
Volteó a mirarlo con una deliciosa sonrisa de deseo. Inventó una carrerita traviesa hasta que se encontró con sus amigas a las que dijo en secreto “Este es el hombre que tanto he buscado y que al fin llegó. Sé que también yo le gusto. Estaré todos los días aquí para verlo otra vez, sé que no fallará, lo presiento.”
Miró atrás de nuevo, caminando coqueta junto a las otras mujeres que también le echaban ojeadas voluptuosas al joven mientras reían y hablaban cualquier cosa. El se había quedado estático contemplando a la  muchacha que finalmente desapareció con el grupo de amigas en una callecita angosta y empedrada donde habían casas pequeñas de piedra blanca con techos de hojas de palma y bancos de piedra donde la gente se sentaba a descansar por las tardes al caer el sol.
Sansón quedó hecho una sedita.
La muchacha lo había marcado con fuego.
Fue tal su caos y su deseo de ser el dueño de la joven, que sin dudar le dio mas agua al camello diciéndole “Vámonos Dock, regresaremos a Israel porque mis padres deben volver conmigo aquí, en menos de un tiempo”.






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