domingo, 4 de febrero de 2018

CUIDADO SANSON, LO QUIEREN MATAR 32



El desconocido monstruo los rodeó en menos de un segundo, cercándolos con fuerza poderosa y humillándolos feamente, los cegó con su luz y los atrajo con las alas en un solo grupo para darles un golpe definitivo.
Después de que los tuvo así de dominados, se enrolló tranquilamente en la cola, sacando la bífida paja, amenazadora y contundente, y  lanzándoles gruesos chorros de veneno a los ojos que los hizo gritar de desespero y muerte. Sin duda el dolor era intenso porque se retorcían encima de la arena como gusanos en el fuego, mientras el veneno empezaba a paralizarles el cuerpo dejándoles únicamente el poder del habla.
Sansón miraba con atención lo que la cobra hacía y la dejaba actuar para que los hombres no olvidaran la lección.
Cuando los maleantes quedaron paralizados como piedras, la enorme serpiente volteó a mirar a sansón queriendo irse pero uno de ellos pidió ayuda. “Ayúdenos. Sálvenos joven de éste monstruo y seremos sus esclavos por siempre, por siempre. Lo prometemos”. Sansón los miró con atención y pesar. “No les da pena pedirme eso?”.
“Seremos sus esclavos fieles. Haremos los que nos diga donde sea y cuando sea. Se convertirá en el dueño del desierto, en el príncipe de ésta región. Pero ordénele a la cobra que nos devuelva el movimiento”.
En ese momento la serpiente se iluminó más, como un sol, quitándoles la visión a causa de tanta luz que despedía.
 Ellos se sintieron tan mal, que quisieron revolcarse en la arena pretendiendo huir de la luz pero no pudieron, porque eran troncos vivientes sin movimiento, solo repitieron. “Ayúdenos joven. No resistimos tanta luz. Dénos el movimiento”.
Sansón miró a su serpiente, se acercó levantando la mano derecha para tocarle un ala y para indicarle que se calmara porque todo había concluido. Entonces ella se enrolló sobre si, plegando las alas que brillaban como lámparas inmensas en la vastedad de la arena. El muchacho le dijo. Devuélvales el movimiento gran serpiente mágica. No les haga mas mal.
Entonces la cobra se levantó iluminándose otra vez, semejante a un sol. Y extendiendo las alas sobre el grupo de hombres, los tocó como quiso en el nacimiento de la espalda y en la nuca. Inmediatamente pudieron moverse sintiendo un aire fresco muy vital, pero se quedaron quietos porque lo que habían acabado de ver los tenía asombrados, incapaces de explicación.
Entonces la serpiente desapareció de modo misterioso tragada por el calor y el viento que pasó como un vaho calcinante-adormecedor.
Se pusieron mudos de admiración y pasmo.






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