Entonces la serpiente desapareció de modo
misterioso tragada por el calor y el viento que pasó como un vaho calcinante-adormecedor.
Se pusieron mudos de admiración y pasmo.
No se atrevían a mirar al joven a los ojos
porque comprendían que estaban frente a un muchacho prodigioso contra el que
nada podrían hacer. Uno de ellos, tartamudeando logró crear una frase y sin
levantar la mirada dijo. “Somos sus esclavos. Ordene lo que debemos hacer”. “Déjenme
en paz, pueden irse ya, pero no hagan mal a nadie”.
Los hombres levantaron la mirada y caminando
despacio, agachados y miedosos, y luego corriendo como demonios, desaparecieron
entre las rocas en medio del aire todavía en penumbras.
El joven cogió el camello y se montó siguiendo
el viaje a toda marcha recordando a la
muchacha que le había prometido que lo esperaría en Timnat.
Ya atardeciendo llegó a Israel cansado y
hambriento. Tomó leche de cabra que le compró con medio denario a un campesino.
En ese momento estaba ordeñando los animales en las afueras de Israel,
acompañado de dos niños que le ayudaban en esa labor, comió también un pan sin
levadura que el hombre le regaló y que aunque estaba duro, tenía buen sabor.
Sabía que el joven se llamaba Sansón y que la gente hablaba bien de el y de sus
padres, que vivían en el campo. Ya mas tranquilo continuó su camino llegando a
las ocho de la noche a su casa.
Sus padres, que estaban hablando y
descansando del trabajo del día en el corredor medio iluminado por la luz
amarilla de una antorcha, se sorprendieron viéndolo volver tan pronto. Se
pusieron de pie para recibirlo y para mirarlo de cerca porque quizás le hubiera
pasado algo malo. Le preguntaron. “Que te pasó hijo, porqué regresaste tan
ligero?”. “He venido por ustedes porque así dicen las estrellas que debe ser”. “Como
así no entiendo”, respondió su madre. “Si, el destino tiene cosas preparadas
para uno, y tienen que cumplirse”. “Explica, explica mejor”. “Vi en Timnat una
mujer hija de los Filisteos y me ha gustado tanto que la voy a hacer mia, yo
también le he gustado a ella. Debéis tomármela por mujer porque así se
cumplirán ciertas cosas que presiento”.
Sus padres se quedaron mirándolo extrañados con
los reflejos de luz de la antorcha que volteaba las llamas de un lado a otro “Y
por eso regresó tan rápido?” pensaron al mismo tiempo. Y le dijeron. “No hay
mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que
vayas tu a tomar mujer de los filisteos incircuncisos?”
Y Sansón respondió a su padre. “Tómame ésta
por mujer, porque ella me agrada.
Mas su padre y su madre no sabían que esto
tenía que ser así, porque la naturaleza buscaba ocasión contra los filisteos.
Pues en aquel tiempo ellos dominaban sobre Israel.
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