“No hay mujer entre las hijas de tus
hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tu a tomar mujer de los
filisteos incircuncisos?”
Y Sansón respondió a su padre. “Tómame ésta
por mujer, porque ella me agrada.
Mas su padre y su madre no sabían que esto
tenía que ser así, porque la naturaleza buscaba ocasión contra los filisteos.
Pues en aquel tiempo ellos dominaban sobre Israel.
“Primero descansa, debes estar maltratado,
con hambre y sed. Mas tarde hablaremos de tu asunto, respondió Manoa bajando
del corredor, cogiendo el camello de las riendas para llevarlo junto al pozo
donde le dio agua hasta que el animal caminó buscando cáscaras y hierbas junto
a las rocas.
La madre entró afanada a la cocina, sirvió
un refresco en un vaso de barro ofreciéndolo a su hijo que se sentó junto a la
hornilla mientras ella empezaba a tasajear un trozo de carne de cabra para
asarlo sobre los carbones que se ponían rojos por el crepitante fuego. Fritaría
también algunos plátanos que en el viaje pasado había traído de Israel.
Todo eso lo hacía sin demora porque tenía
las manos rápidas y una gran dinámica la acompañaba siempre.
El aroma de la carne frita se extendió en la
cocina y por los alrededores provocando el apetito de todos.
Depositó las tajadas en una paila pequeña
entre la manteca de cabra. En poco tiempo estuvieron fritas. Recostada luego a
un lado de la hornilla y sonriendo, dijo a su hijo.
“No imaginé que regresaras así, tan rápido.
Ahora pienso que el llamado que sentías era ese. Debías conocer a la joven que te ha
gustado”. “Si madre, me cautivó como ninguna y deseo hacerla mi mujer, ella
también me esperará todos los días hasta que vaya con vosotros. Preparaos para
que bajéis conmigo a Timnat, me la tomaréis por esposa porque así está escrito,
me lo dice una voz”.
Manoa entró a la cocina acariciándose la
barba. “Te apresuras bastante hijo. La muchacha te ha impresionado como nadie.
. .” “Si, necesito también vuestra presencia en Timnat padre, pero primero tendremos
que ir donde Joaquín para que nos preste otro camello que será para vosotros, o
yo iré solo donde el, para no poneros en problemas”.
“Primero come. Debes tener hambre, luego
descansas y mañana vas donde Joaquín.
Mara le había servido la carne y los
plátanos en un plato grande y rústico fabricado con barro rojo. Sansón alargó
el brazo, cogió un trozo grande de carne que cortó en pequeños trozos y comió
pausado con algo de vergüenza por su regreso tan apresurado.
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