“Deberíamos quedarnos aquí esta noche”, dijo Sansón, suave, para no
despertarla. “Si, creo que es lo mejor. Descansemos nosotros también y ahora inventamos
algo para protegernos del sereno y de la noche”.
Caminaron en silencio mirando cual sería el sitio bueno para armar el
quiosco. Después de rondar por ahí mirando todos los lugares con atención, concluyeron
que sería el mismo punto en el que Sansón ya había descansado hacía dos días,
porque sin ser una cueva completamente cerrada, ofrecía un techo rocoso que los
protegía de la intemperie y del viento que a veces llegaba furioso. Satisfechos
por esa decisión, se recostaron a los lados de Mara muy callados y prudentes.
En poco tiempo el día se fue acabando.
El sol, cansado de regalar tanta luz, cerraba los ojos y empezaba a dormirse
profundo para recuperarse del agotador trabajo del día.
La madre se despertó a las siete de la noche, cuando el viento se hacía
fresco y ya soplaba duro entre las rocas y encima de la arena.
Antes de oscurecer, Manoa y Sansón se habían dado mañas de conseguir troncos
y palos abandonados en las peñas que les permitieron levantar el quiosco sin
tantas dificultades. Las tormentas de arena no les harían daño donde estaban, además
tendrían espacio suficiente para ver cualquier bicho venenoso que llegara de
improviso, o cualquier ladrón del desierto que quisiera atacarlos.
En pocos minutos el toldo estuvo listo, porque Mara también ayudó a
alzarlo mientras se reía de su sueño que la había agarrado con malévola fuerza.
“Morfeo me tenía en sus brazos”, les decía riéndose, mientras acomodaba una
esquina del toldo en la base de un largo leño que había sido enterrado por
Sansón para construir el quiosco.
Su marido y su hijo también se rieron, haciéndole chanzas que ella
aceptaba con mas risas. “Los dioses quieren raptarte para llevarte con ellos. Están
celosos con nosotros por tenerte” le dijo Manoa, afirmando entre la arena y
entre algunas piedras, un poste central que resistiría casi todo el peso de la
cubierta, que al fin quedó lista para guardarlos en esa noche.
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