viernes, 23 de abril de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 13 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)

Los Pantágoras siguieron en su desfile de antorchas, alejándose de la diosa entre cánticos graves y sonidos de sus manos.
Desde lo que ahora es Espinal, Guamo y Saldaña, vinieron hombres de anchas espaldas, diminuta barba, largos brazos, largas piernas y gran resistencia para correr distancias. Eran los Putimaes, maridos de sensuales mujeres morenas con aromas sexuales en su piel. Traían a tulima las mas bellas artesanías que ojos humanos hubieran visto en el imperio de Columbus. Habían desde ollas nacaradas con colores importados del otro lado del mundo, platos bordeados con hilos de plata, tasas decoradas con figuras de colores, bandejas de la Chamba y recipientes para fuentes de comida, hasta figuras de indígenas haciendo gimnasis, esculturas de brujos invocando los poderes del sol y caciques en posición de guerra lanzando flechas envenenadas a enemigos imaginarios. Al terminar le djo a uno de ellos: "Ven acércate". Era un indio de diecisiete años. Le mandó al elefante que lo agarrara con el moco y lo elevara. "Levántalo y ponlo cerca de mi" le dijo al paquidermo, y el muchacho asustado por semejante maniobra, se quedó mudo en el aire haciendo piruetas mientras se agarraba del moco sosteniéndose, sintiéndose como la diosa le cogía una mano poniéndole un anillo. "Este anillo es para el pueblo Putimae por la dedicación a sus obras y por ser los mejores artesanos de Columbus". "Gracias diosa" repitieron gritando felices, alejándose entre las mesetas y los picos blancos y relucientes por la luz que les llegaba de la diosa.
Después el elefante bajó al muchacho poniéndolo en el hielo, donde se quedó paralizado mientras algunas mujeres llegaron a auxiliarlo y a darle valor para que siguiera en su marcha al lado de los cocodrilos que parpadeaban su ojo frontal por el viento.

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