miércoles, 28 de abril de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 18 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


En ese momento apareció entre las bestias un hombre de ancho tórax, potentes espaldas y enérgica musculatura, lanzando flechas envenenadas a los leones y a las otras fieras que se debatían en su carnicería. Caían bajo las flechas del cacique Calarcá de uno en uno, rápidamente.
Calarcá saltaba sobre las peñas, encima de troncos y piedras grandes que le servían en sus posiciones de ataque. Apuntaba matando a las bestias con maestría. Usaba también su lanza hundiéndola en los pumas "Mueran, mueran malditos Ooooooggggrrrrrrrrr, ustedes no nos ganarán, mueran ya, Oooooooggggggggrrrrrrr", les gritaba mientras el sudor le corría por la cara, por la espalda y por el pecho empapándolo y poniéndole brillantes los músculos. Su respiración era intensa y sus nervios parecían reventársele por el esfuerzo. En dos ocasiones se encaramó en las espaldas de los cocodrilos que se resistían a morir. Se les subía en el cuello y después de inmovilizarlos les clavaba un cuchillo en su único ojo haciéndolos lanzar gritos que paralizaban de terror a los Pijaos. Después agarrándolos de las mandíbulas se las abría mas y mas, rompiéndoles los huesos, los músculos, los tendones, dejándolos tendidos en el suelo.
Los pueblos, animados por su valor, se le unieron levantando los arcos y enviando nubes de flechas contra las bestias que en poco tiempo exterminaron. También usaron lanzas, dejando los animales entre charcos de sangre y pedazos de carne desparramadas entre las piedras y las rocas.
Quedaron vivos únicamente los elefantes que no quisieron meterse en semejante batalla. ahora levantaban los mocos gritando larga y sonoramente su victoria con solo haberse mantenido en paz.
La puerta de la caverna se cerró despues de la batalla, quedando afuera solo un hombre de edad incalculable y gran vigor. Era el poderoso brujo Huenuman, el mas grande y antiguo de los brujos Pijao que sentado en un bloque de hielo, acariciaba el lomo de uno de los leones de melena roja que también se había quedado afuera. A ese brujo era imposible calcularle la edad. Muchos decían que tenía mas de novecientos años, otros afirmaban que ya había vivido tres mil cuatrocientos veintisiete años, y los otros murmuraban que era un ser poderoso capáz de hacer lo que quisiera.
El brujo pensaba: "El pueblo pijao ha quedado encantado dentro del nevado. Ahora tendré que salvarlos del hechizo, o si no, nunca volverán a ver la luz del sol ni el brillo de la luna. Me espera una larga jornada y tú, león, serás mi compañero en ésta briega". Y le acariciaba la roja melena dándole golpecitos en el lomo que el león estrujaba diciéndole: "Si gran brujo, nos espera una larga jornada. Cuenta conmigo en lo que necesites". Huenuman se levantó arreglando su corona de plumas. Sacudió las dos largas ruanas que lo abrigaban y que estaban empapadas y mirando la roca por donde había entrado el pueblo, dijo "Pueblo Pijao, yo seré su salvador". "Si", murmuró el león en un rugido, estrujando la melena otra vez.

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