lunes, 3 de mayo de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 21 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Venía la creadora del país Chibcha con túnica de colores, una diadema de oro, aretes de oro y sandalias de fibras vegetales. Era la diosa Bachué, madre de la humanidad y diosa de la fertilidad, que un día lejano en la historia Muisca, había salido de la laguna de Iguaque, cerca a Tunja, rodeada de una luz resplandeciente que en ese momento iluminó la tierra haciéndola fulgurar por vez primera.
Bachué al salir de las frias aguas que se estrellaron como cristales, traía de la mano a un niño de tres años. Tenía los ojos brillantes, el pelo negro y una actitud de adolescente dispuesto a la vida dura. Como estaban empapados y desnudos y en el momento no consiguieron con que cubrirse, sintieron el frío de aquella región que no respetaba la presencia de los dioses. "Uy, esto si es mucho frío", decía ella estrellando los dientes. Se pararon un rato al borde de la laguna a mirar las ondas que brillaban con los reflejos del sol. Observaron las montañas cercanas cubiertas de verde y de rocío, y los bosques enredados en los que se escuchaban rugidos, gritos, silbidos, cantos de centenares de animales perforando el aire. "Todo esto es muy bello", decía la diosa, felíz. Admirados de tanta belleza y fecundidad, Bachué cargó al niño en sus espaldas, "Vámonos a las tierras cálidas" dijo, y bajó sin afán de la serranía, apartando malezas y ramas gruesas, hablando de la belleza de la tierra "Que hermosura" decía saltando entre los charcos, entre los troncos milenarios y encima de las piedras, evitando las rocas al borde de los abismos, hasta que llegó a los valles, respirando afanada pero felíz. Ahí decidió quedarse para levantar una choza de bahareque y vivir tranquila con el niño. "Aquí nos quedaremos. Esta tierra será para un pueblo que todos recordarán", dijo mirando cómo a lo lejos el sol se iba escondiendo entre nubes incendiadas de coloor ladrillo.
Pasó el tiempo y el niño creció.
Se transformó en un joven trigueño, apuesto y fuerte que corría por los bosques, que peleaba con los animales y que traía frutas para que Bachué comiera. "Coma Madre, éstas frutas están muy ricas". "Gracias hijo", y salía otra vez a cazar animales que asaba encima de carbones incandescentes para la cena de la noche.
Como la diosa no se envejecía sino que cada día estaba mas bella y codiciable, con una voz susurrante y un cuerpo delicioso de mujer madura . . .

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