jueves, 6 de mayo de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 23 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


El lugar en que se despidió Bachué, se convirtió en un santuario al que los Muiscas hacían peregrinaciones para entrar a los bohios sagrados construidos para dedicárselos a ella y a su hijo Iguaque, de los que guardaban sagrada memoria.
Bachué, la de los grandes pechos, era la que venía en el primer elefante blanco a encontrarse con los Pijaos a los que quería conocer por ser un pueblo valiente, guerrero y trabajador.
Las tribus la aplaudían desenfrenados por su belleza. Muchos se empujaban para estar al frente, pero comprendieron que debían mantener la cordura. La diosa no se bajó del elefante, sino que lo acomodó a la vista de todos.
detrás venía el dios Bochica, orgulloso y resplandeciente en su blanco elefante. Levantaba el moco lanzando gritos como sonidos de trompetas. Estababa vestido con una bata de colores hasta los tobillos y unas sandalias de cuero del otro lado del mundo. Tenía una corona de oro con puntas brillantes semejantes a rayos de sol. Era blanco, alto de ojos azules, cabello blanco y largo lo mismo que la barba como una cascada de lana. En la mano derecha traía una vara de oro símbolo de su poder. No se le podía calcular la edad, pero los pijaos sabían que había vivido desde siempre y que viviría por siempre. Eso lo había dicho el cacique Calarcá a grandes voces antes de que el dios entrara.
Había salvado al mundo Chibcha de un diluvio.
En ese tiempo el agua cayó a torrentes inundando la tierra y matando todo. El pueblo no sabía que hacer pero como vieron que iban a morir, se acordaron de Bochica, un hombre ajeno a su tribu pero aparecido desde largo tiempo en la meseta de Bacatá donde vivían. El les había enseñado a trabajar la tierra, a seleccionar las semillas, a sembrar y a tener normas en el pueblo para vivir en orden y con tranquilidad.
Despues de llamarlo con cuernos y caracolas, llegó montado en una llama peluda que saltó abismos, subió montañas, atravesó valles y selvas, llegó con el dios a los cerros entre miles de hombres desesperados. "Solo ustéd puede salvarnos, gran dios Bochica", le decían a gritos.
se bajó de la llama caminando con las tribus hasta el fin de la sabana. "Todo se arreglará no tengan afán", les decía. "Todos los males tienen arreglo. Hasta la muerte tiene arreglo".
Las cumbres ya casi quedaban debajo de las aguas cuando Bochica sacó la vara del poder guardada entre la túnica, la extendió encima de las aguas dándole un golpe a algunas rocas que se separaron liberando las aguas. Así se formó el salto del Tequendama, famoso en Columbus. "Si ven?, las cosas no son tan siniestras. Todo vuelve a la calma", le comentaba a los jefes indígenas incrédulos.

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