sábado, 8 de mayo de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 24 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Ya libres del diluvio, los Chibchas se inclinaron y adoraron a bochica a un lado de las rocas, en medio de las que bajaban torrentes de agua, dejando libres las tierras de Bacatá y de Hunsa. Bochica entonces se encaramó en un arco iris que apareció en el cielo. Era el símbolo de alianza entre las fuerzas naturales y los hombres. Hacía gestos de paz y saludaba a la gente que lo miraba en actitud de adoración.
en los días siguientes Bochica se alejó del pueblo Chibcha pero de vez en cuando aparecía para enseñarles las artes de la metalurgia, el tejido, la cerámica, el canto, la música. El dios estaba orgulloso de conocer a los Pijaos porque le habían dicho que eran los hombres mas valientes de Amerindia y que tenían riquezas como las arenas de los ríos. Le habían contado también, que eran hombres trabajadores, gente de paz, pero que si los provocaban, eran capaces de actos heróicos y capaces también de increíbles hazañas. Por eso era que Bochica había venido, para ser protagonista del encuentro con un pueblo caribe "Estar en éste nevado es una experiencia agradable. Me permite estar con gente interesante", le comentó Bochica a la diosa Bachué. "Si, ésto es lo mejor que puede pasar" respondió ella mirando a los Pijaos que estaban felices.
El zipa Nemequene, (Hueso de león), admiraba poderosamente al país caribe, al que pertenecía el pueblo Pijao. Los estimaba por ser valientes y porque no se dejaban arrebatar las tierras. El los había atacado en una noche oscura con cuarenta y cinco mil muiscas armados de flechas, lanzas, hachas, garrotes en las montañas del oriente del Tolima. Incendiaron los ranchos de un poblado sutagao, tribu Pijao. "Vamos a ser los dueños de esas tierras sea como sea, aunque tengamos que matar a toda ésta gente", le decía Nemequene a sus capitanes y hombres de confianza. Pero cuando los Sutagaos se vieron rodeados y casi masacrados, sacaron fuerzas "Mueran, mueran invasores. Aquí encontrarán la muerte y la derrota", gritaban los indios metiéndose entre las llamas, alistando sus flechas, sus lanzas, las piederas afiladas, las antorchas y enfrentándose como demonios a los invasores. Los derrotaron después de hora y media de lucha cuerpo a cuerpo. Centenares de muiscas quedaron tendidos en la tierra, algunos agonizantes y los otros muertos de flecha y lanza. Los demás huyeron a Bacatá en medio de un caos inexplicable. Desde esa época el rey Nemequene fue admirador del pueblo Pijao. Se dió cuenta que era una muchedumbre aguerrida que no se dejaba atemorizar ni vencer. "A esa gente no la vence nadie", pensaba. por eso era que venía a visitarlos, para rendirles homenaje. "Tengo que hacerme buen amigo de ellos", decía.

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