miércoles, 22 de septiembre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 94 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Si, si. Iré con ustedes a donde me digan pero no me hagan nada".
Entonces nadaron a la superficie respirando ansiosos porque el aire les estaba haciendo falta. Llevaban a la Mojana agarrada de los brazos. Cajamarca cogió un bejuco tirado entre las piedras a la orilla del rio, amarrándola y ordenándole "Camine, subamos este cerro". "Iiiiiiiiiiiii, iiiiiiiiiii, iiiiiiiiiii" gritaba la Mojana temblorosa. "No me hagan nada, no me hagan nada". Llegaron arriba entre forcejeos y manipulaciones. "Cóndor de los Andes, cóndor de los Andes" gritaba Millaray mirando a todas partes pretendiendo descubrirlo. En dos minutos el ave apareció saltando entre varias rocas escondidas en los árboles. Venía de un recodo del rio donde había tomado agua y donde se había estirado calmando su maltrato.
"A donde vamos entonces?" le preguntó Cajamarca. "Yo les digo pero no me hagan nada. Ese pájaro lo tiene un pirata venido del otro lado del mar. Se lo llevó para bajar con el al pozo de la noria no muy lejos de aquí. Lo necesita porque el canto del pájaro embrujará a las serpientes de dos cabezas cuidadoras de las riquezas que hay allá. Ha querido robarse esos tesoros pero no ha podido porque el fuego que las serpientes vomitan se lo impide. Es miedoso ir allá. Se oyen gritos de fantasmas y ruidos de cadenas que paralizan a cualquiera" relató la Mojana. "Y como le quitó el pájaro a usted?" le preguntó Millaray. Me lo robó amenazándome con espadas, con cuchillos y con tubos de fuego. Vino con tres hombres que me pusieron cuchillos en la garganta y en el pecho" contestó la mujer mirando suplicante.
"Entonces vámonos ya. Cóndor, condor venga". El buitre se acercó.
Cogieron a la Mojana entre los tres, agarrándose del ala que el ave había descolgado y que levantó acomodándolos en sus espaldas. Desde el borde del cerro el cóndor se impulsó dejándose ir al espacio, esperando las órdenes de los viajeros para orientarse en su ruta.
No fue largo el viaje.
En dos horas llegaron a una planicie verde habitada por los Taironas, grupo indígena caribe, dedicado al cultivo de la yuca y del maíz y que adoraba al sol, a la luna y a los jaguares.
Mas allá del pueblo en una llanura desértica estaba el pozo de la noria, sitio miedoso para todos y abandonado porque pasar por ahí era estar en contacto con la muerte.
Se desmontaron del buitre mirando curiosos y caminando en dirección al pozo . . .

No hay comentarios:

Publicar un comentario