viernes, 8 de octubre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 101 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao.


Ya en tierra, cóndor se retiró a descansar mientras Millaray y Cajamarca se cobijaban las ruanas porque estaba haciendo mucho frio. Estaban entre montañas y soplaba un viento fuerte y frio que los entumecía. Por eso cogieron frutas silvestres y unas pepitas dulces que Cajamarca conocía. Debían comer porque también tenían hambre. Despues de descansar llamaron al cóndor que vino saltando "Tenemos que seguir, cóndor. Está haciendo mucho frio". "Como digan" respondio el ave descolgando el ala. Princesa y cacique se encaramaron en las costillas continuando el viaje hasta las tierras de los Sutagaos o "Hijos del sol" que no estaban muy lejos.
Esas tierras eran las de Fusagasugá por las que circulaban continuamente los Chibchas y los Pijaos llevando y trayendo sal, alimentos , oro, vestidos, esmeraldas . . .
De los Sutagaos podía decirse que no eran ni Chibchas ni Pijaos porque tenían elementos de los dos pueblos. Se convertían en un vínculo, en un puente algo peligroso porque eran ladrones, salteadores de caminos. Robaban a los viajantes, ofreciendo a sus dioses el producto de sus asaltos para hacerlos dignos del universo y de ellos mismos.
Pronto el cóndor llegó a Fusagasugá. Era todavía temprano.
Princesa y cacique se desmontaron cerca a un camino amplio por el que seguramente pasaban viajeros en busca de otras regiones. el clima era fresco.
Cobijados como estaban se tendieron a descansar mientras el cóndor se fue a buscar algo de comer. Durmieron un rato pero de pronto sintieron ruidos sospechosos. Veinte indios desnudos los rodearon cogiéndolos a la fuerza, gritando en alboroto "Vea esta corona es de oro". "Y estas pulseras tienen diamantes". "Son de nosotros, todo esto es de nosotros". "Y estas tobilleras de la muchacha también tienen diamantes". "Quiteselas rápido" le ordenaban a Millaray tirándola al suelo. Ella asustada y obediente se las entregó temblando. "El guayuco del muchacho es de piel de puma. Yo me lo llevaré" gritó otro hombre jalándole el guayuco a Cajamarca. Finalmente los dejaron desnudos porque también se robaron las ruanas y el vestido de Millaray "Este vestido será para mi mujer, está muy bonito" gritó otro saltando felíz.
Ahora elevaban los brazos en señal de victoria. Gritaban y reían felices por el botín conseguido.
En ese momento Rayo de Luna que había volado a una rama y que miraba todo con calma, entonó su canto mágico varias veces brincando en esas ramas. Entonces un aguacero repentino e inmenso como diluvio se desprendió de las nubes inundando el sitio y asustando a los hombres, a Cajamarca y a Millaray que temblaba de frio. Rayos poderosos desvirgaban el espacio cayendo alrededor de los ladrones, confundiéndolos.

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