viernes, 22 de octubre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 106 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Mi nombre es Luz de Sol y soy hija de la diosa Inhimpitu, de la Guajira. conozco los secretos del universo y de los hombres. He venido para ser amiga de ustedes que son el pueblo mas diminuto de la tierra para ayudarlos en lo que me digan".
La tribu no decía nada, solo la mirábamos. "Necesito descansar porque hace mucho vengo montada en el pavo y estoy maltratada y con sueño". Entonces nosotros, felices por esa visita tan extraña, le dimos de comer y la acostamos en una hamaca, protegida del frío por ruanas de lana. Durmió toda la noche. El pueblo no le hizo ruido pero se despertó temprano. Como el pavo real se había quedado acurrucado al lado de ella cuidándole el sueño, la niña bajó de la hamaca montándose en el ave y saliendo al patio cantando. La tribu inmediatamente se despertó saliendo a mirarla. "Vengan, vengan les dejo un recuerdo para que nunca me olviden" dijo. Y siguió caminando hasta aquel bosque que se ve allá y que ahora es un bosque prohibido" decía Acaima. Entonces todos se levantaron mirando al bosque que se estremecía como si una borrasca lo estuviera estrujando. "El cacique Acaima les dijo "Tranquilos pueblo mio, no pasa nada" y mirando a Millaray siguió contando lo que había pasado "Todos nos fuimos detrás de ella que de pronto se desmontó del pavo subiéndose a un árbol pequeño donde dijo "Por el poder que tengo en el universo voy a hacer que los árboles de éste bosque de ahora en adelante tengan el don de la palabra. Ustedes les preguntarán lo que quieran y ellos les responderán con gran prudencia y conocimiento, los aconsejarán en todo. Podrán comunicarse continuamente con ellos y así se convertirán en un pueblo reflexivo y sabio, pero la clave de éste regalo es que no dejarán que ningún extraño entre aquí porque entonces los árboles perderán el habla. Y habiendo terminado de darle el poder a los árboles se bajó del arbusto donde estaba, montándose en el pavo real que de inmediato salió volando por encima del pueblo hasta perderse al otro lado de las montañas. Quedamos asombrados frente a semejante hechizo y para comprobar si realmente esos árboles hablaban nos acercamos tocándolos y preguntándoles "Arboles, árboles, pueden hablar?" "Siiiiiiiiii" se escuchó en un coro ronco y lento mientras miles de ramas se movían como brazos hacia nosotros. Eso nos dejó completamente mudos y después de mirarnos incrédulos, fuimos metiéndonos en el bosque donde cada uno se hizo amigo de los árboles que quiso. Se nos quitó el sueño y no sentíamos hambre tampoco. Nos quedamos allí tres dias completos hablando con ellos todo lo que quisimos hasta que por fin volvimos a tranquilizarnos regresando a las chozas sabiéndonos dueños de semejante maravilla".
"De verdad esos árboles hablan?" preguntó Millaray mirando el bosque. "Si, pero hablan solamente con nosotros. Ningún desconocido puede entrar ahí y menos tocarlos". "Pero será que podemos mirarlos desde lejos?" preguntó Cajamarca. "Posiblemente, pero tienen que estarse quietos. Esperen y verán".

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