miércoles, 27 de octubre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 108 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Millaray se quedó callada. Estaba tan sorprendida por las cosas que veia, que no acertaba a decidir. Finalmente Cajamarca, que había soltado al árbol, cogió de la mano a la muchacha diciéndole "No nos demoremos mas, debemos irnos ya. Se que lo que dicen los árboles y el pájaro de mil colores, es cierto". "Se irán entonces?" preguntó Acaima. "Pero esperen les damos frutos de éstos árboles para que sepan lo que deben hacer. Esos frutos dan conocimiento". "Verdad? cada vez estamos mas sorprendidos por las cosas que vemos aquí". "Es que a ustedes como hijos de los dioses les pasan cosas increíbles, ajenas a un profano". se quedaron callados por la respuesta de Acaima y como vieron al cóndor deslizarse encima del pueblo, le hicieron señas para que bajara al pasto diciendo "Adios árboles, adios". "Adios hijos de los dioses, vuelvan otro día". "Si. Otro día volveremos".
El cóndor ya en tierra, asustó al pueblo de los diablos de oro, que se levantó huyendo a sus chozas. El cacique los dejó esconderse mientras el buitre bajaba el ala para que Millaray y Cajamarca subieran a su espalda. "Adios cacique Acaima. Adios cacique Uzathama. Gracias por su hospitalidad. Un día nos gustaría verlos en nuestras tierras que no están muy lejos". "Primero vuelvan ustedes y les aseguramos que entonces iremos a visitarlos". "Gracias".
El cóndor batió las alas con enorme fuerza, elevándose en el espacio de la tarde gris. El pueblo entero salió a mirarlos gritando, elevando los brazos y despidiéndose largamente de los hijos de los dioses.
Allá se fueron atravesando nubes quietas encima del rio Sumapáz entre enormes abismos de piedra. Siguieron veloces llegando en poco tiempo a Melgar donde vivían los Pantágoras, indigenas que hacían parte del país Pijao y que muy seguido realizaban sacrificios a sus dioses a través de la bebida. Para eso tomaban mucha chicha de maíz que cultivaban en sus tierras, y de corozos que traían de Coyaima y Natagaima.
Estando ya encima del pueblo, Cajamarca le gritó al cóndor "Cóndor, cóndor de los Andes, sobrevuele este poblado". Y le dijo a Millaray mientras el ave bajaba "Siempre he tenido ganas de venir aquí y ahora que tenemos la oportunidad lleguemos un rato a conversar con ellos"

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