lunes, 8 de noviembre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 113 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Ya cóndor iba lejos. Ya no escuchaba el clamor de la tribu. De modo que siguió en su viaje sin conmoverse. Ir con los amigos en su espalda era lo mas importante para el.
Estaba tan fuerte y velóz, que en media hora sobrevolaron al Espinal donde vivían los Yaporoges o Poinas que saltaban contentos entre las chozas viendo como el ave daba vueltas encima de ellos.
A Millaray y cajamarca no les importó llegar ahí porque lo que querían era irse directamente a donde estaba el cacique Ibagué para visitarlo, para volver a verlo, lo mismo que a su esposa Yexalen, de modo que siguieron volando sobre la tupida selva cuando de repente escucharon largos y lastimosos gritos de mujer.
Eran los gritos de una mujer extraviada, perdida en esos bosques donde vivían tigres, leones, hienas y fieras parecidas "Si oyes Cajamarca? Una mujer está pidiendo auxilio. Sus gritos son dolorosos. Bajemos a ver quien es" dijo Millaray casi gritando. "Uy si, parece que fuera a morirse de tristeza" contestó Cajamarca estirándose queriendo ver quien era. "Cóndor, baje para mirar a la mujer" le ordenó Millaray. "Como ordene, princesa" contestó el buitre deslizándose en picada semejante a una piedra caida.
Pronto la vieron saltando y corriendo en la manigua, como si estuviera enloquecida y como si huyera de algún peligro "Es una mujer muy bella que va corriendo y como buscando algo" dijo el cóndor mirando entre las hojas en su vuelo. "Como hacemos para ir hasta donde está?" preguntó Millaray. "Busquemos un claro y bajamos". El cóndor voló sobre los árboles casi rozándolos encontrando a unos cien metros un lugar en el que podían descender. Lo hicieron aceleradamente cayendo al suelo en menos de lo que pensaron. Cóndor se quedó ahí mirando intenso entre los árboles mientras Cajamarca y millaray corrían afanados buscando a la mujer.
Ella venía saltando muy alto y casi volando entre los troncos, los bejucos y las rocas que le tapaban el paso. Los jóvenes vieron que le hacía falta una pierna, pero que era muy bella y seductora. Ademas con los saltos que daba, el andar no se le dificultaba. Al verlos, les sonrió dulce atrayéndolos con sus encantos y con sus gestos tan femeninos. Estaba medio desnuda con los hombros descubiertos, su cabello largo y perfumado era una cascada lujuriosa. Los jóvenes se quedaron a cinco metros de ella, fascinados. Se dejaban ir lentos hasta la mujer porque parecían perder la voluntad y el habla en su contacto.
Cuando estuvieron a solo un metro, empezó a transformarse misteriosamente en una fiera desconocida.

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