lunes, 15 de noviembre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 116 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Entonces entraron a las chozas sacando olladas de chicha que bebían en totumas, hablando del incidente "Esa mujer es peligrosa. Tenemos que mantener alertas para que no se vuelva a acercar al pueblo". "Pero fue que ese buitre la trajo en las garras. Por qué lo haría?". "Hay que sacar a esos visitantes de aquí. Deben tener pacto con el demonio". "Si, si. Sacrifiquémoslos y nos los comemos. Deben tener buen sabor". "Si. Sacrifiquémoslos, comámoslos". "Yo me comeré a la muchacha" dijo el cacique "Su carne debe ser muy dulce y tierna". Entonces la tribu entera, sin raciocinio se vino encima de Millaray y Cajamarca queriendo atraparlos y hacerlos suyos. Habría una buena comida con ellos esa noche.
viendo que la indiamenta se venía sobre ellos, corrieron enloquecidos a la selva huyendo de semejante peligro, pero Rayo de Luna siempre alerta, entonó su mejor canto dejando al pueblo convertido en estatuas, en miles de posiciones. Ahi fue el museo de lo inverosimil.
Entonces los jóvenes aprovecharon el momento subiendo al espinazo del cóndor que sin perder ni un instante voló en dirección a las antiguas propiedades de Cajamarca donde vivía el cacique Ibagué, padre de la princesa Millaray y suegro del joven.
Ese viaje fue como un relámpago. No sintieron el tiempo quizás por el miedo que todavía tenían. Llegaron en treinta minutos a esa región donde hacía frío y donde el dia estaba neblinoso.
Desde arriba vieron que las tres tribus de allí, los Putimaes pueblo gobernado antiguamente por el joven Cajamarca. Los Panches que era la tribu del cacique Ibagué, y los Quimbayas que todavía no tenían territorio fijo para vivir, estaban en una actividad desacostumbrada porque iban y venían gritando, dando órdenes, sacando cosas de las chozas echándolas a los costales y en fin, preparándose quien sabe para que.
"Baje rápido cóndor" le ordenó Millaray. "Que es lo que pasa en el pueblo?" se preguntaba afanada. Entonces el buitre descendió vertical entre la multitud que le abrió espacio con clamores, risas y alegría porque podían tener otra vez a la princesa y al joven Cajamarca a los que desde hacía dias habían dejado de ver.
Los jóvenes saltaron de las espaldas del ave, cayendo al suelo que tanto conocían, en medio de la muchedumbre arremolinada. Rayo de Luna cantó mucho y muy alegre, presintiendo quizás que ese pueblo le iba a ser muy familiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario