viernes, 19 de noviembre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 119 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Ese Calarcá es muy valiente. Ha derrotado a muchos enemigos y conseguido grandes extensiones de tierra". "Si. Merece ser el cacique de alguna tribu. Su sangre guerrera y su lealtad así lo piden". "Así es".
Millaray se había acomodado en una banca donde estaba Cajamarca contándole a Ibagué y a Yexalen las aventuras que habían tenido. Los demas los vieron tan concentrados en la charla que se fueron acercando para no perderse las historias. La princesa no paraba de hablar mientras los oyentes fascinados no se acordaban ni siquiera de comer. Eso duró mas de una hora hasta que algunas mujeres los llamaron "Tienen que comer. La comida está lista desde hace rato". Entonces se pararon recibiendo las totumas con fríjoles, carne, papas, alverjas y frutas que les pusieron en una mesa hecha de un tronco gigante.
Al rato escucharon gran alboroto en los alrededores de la maloca y se asomaron para ver que era lo que pasaba.
"Seguiremos siendo un solo pueblo" gritaba un indio Quimbaya tomando grandes sorbos de chicha. "Nos iremos a otras tierras pero estaremos visitándonos para ver como nos va". "Nosotros sacaremos el oro de las montañas y los rios para compartirlo con ustedes, para que sigan fabricando esas figuras tan lindas que les envidiamos" decía un indio Panche abrazándose con un Quimbaya que también estaba borracho. La chicha corría indetenible. Un indio putimae dijo "Tenemos que traer a Cajamarca, a Millaray, a Calarcá, a Ibagué, a Yexalen y a todos para que nos acompañen en esta despedida". "Si. Llamémoslos para que vengan. No pueden dejarnos solos". "Princesa Millaray, princesa Millaray venga y nos acompaña". "Cacique Cajamarca, cacique Ibagué, vengan con nosotros, ya saben que nos vamos a otras tierras y ya no será lo mismo" gritó un Quimbaya tambaleándose a la entrada de la maloca. "Vengan, vengan". Entonces un griterio memorable se levantó en el pueblo, y la gente de la maloca entendió que debían acompañar mas de cerca a las tribus en su despedida. "Nos iremos pero continuamente volveremos a estas tierras" decían. "A donde vamos también pueden ir ustedes. Las tierras de Calarcá son para todos nosotros" y se abrazaban entrando a las chozas, sacando lo mejor que tenían para regalárselo a sus amigos. Se daban ruanas, guayucos, diademas, coronas, pulseras, comida, esculturas, flautas . . .el intercambio no paraba mientras la borrachera se iba apoderando mas y mas de todos.
Ya Ibagué se había montado en su caballo Cuminao bebiendo chicha y trotando indetenible por el pueblo, recibiéndole a uno y a otro la bebida fermentada.

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