jueves, 25 de noviembre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 122 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Al fin se dieron cuenta que tenían que dormir y entrando a la maloca y a las chozas se acostaron en hamacas y en esteras para reponerse de tanto goce.
Todavía el pueblo estaba dormido cuando el sol del nuevo dia empezó a descolgarse entre nubes oscuras.
Algunos quimbayas cargaban costales con sus cachivaches, su oro y sus esmeraldas, poniéndolos en las espaldas de las mulas, amarradas a las chozas y a los árboles. "Podemos irnos adelante mientras los demás se alistan" decían tirando lazos encima de los bultos, sujetándolos a los animales que pateaban el suelo, afanadas también por el ajetreo a que las obligaban.
No se habían dado cuenta que Calarcá estaba listo desde hacía rato. Tomaba caldo con papas, y comía carne de ovejo asada, acompañado por una bella indígena Quimbaya en la choza en la que se habían quedado. No se había emborrachado mucho y ahora estaba activo y lúcido. Solo esperaba que Ibagué, Cajamarca, Millaray, Yexalen y todos se despertaran para despedirse. Sin embargo vio que la tarde corría rápida y que ir de noche por caminos embarrados y desconocidos no sería prudente. Por eso arrimándose con su amiga a donde estaban los Quimbayas alistando los bultos para el viaje, les dijo "Mejor vamos a esperar para irnos mañana bien temprano. Así aprovecharemos el dia desde antes del amanecer y llegaremos al Quindio cayendo la tarde". "Como diga cacique Calarcá" y sin chistar mas, bajaron los bultos de las mulas, dejándolos listos en las chozas para el dia siguiente.
Ya finalizado el dia salieron por fin todos de su largo sueño.
"Que borrachera tan macabra" dijo Ibagué saludando repentinamente a Calarcá que estaba sonriente y tranquilo sentado en una piedra "Hola cacique ibagué, fue una fiesta memorable. Nunca olvidaremos esta despedida tan linda que nos hicieron. Nos vamos mañana antes de que salga el sol" contestó Calarcá escuchando el Anaime que bajaba ruidoso arrastrando árboles, troncos, hojas, piedras y animales desafortunados caidos en sus aguas "Tengo ganas de acompañarlos para conocer esas tierras. Voy a decirle a Cajamarca que vaya con nosotros. Nos estaremos allá unos dias" le proponía Ibagué al guerrero, que abría los ojos entusiasmado. "Verdad? Estaré muy contento de que vayan y nos ayuden a instalarnos. Gracias Ibagué por no dejarnos solos". En ese momento asomaron a lo lejos Millaray, Cajamarca, Yexalen y Amuillán, atraidos por el guerrero y el cacique a los que veían charlando muy amistosos.
"Mire Calarcá, allá vienen todos los amigos. Vamos a decirles que vayan con nosotros"

No hay comentarios:

Publicar un comentario