martes, 7 de diciembre de 2010

EL PAIS DE LA NIEVE 127 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Los árboles volverán a despertarse y si estamos aquí nos tragarán" añadió Cajamarca gritando también y corriendo en su caballo junto a Millaray y a Yexalen que ya habían empezado a circular en medio de la tribu montadas en sus llamas.
Las mulas parecieron comprender el peligro y mansas corrieron ordenadamente entre la muchedumbre que saltaba y corría empujándose, gritando y mirando a todas partes con los ojos como bolas, no fuera que los árboles se despertaran y se los tragaran.
Corriendo así, pronto se encontraron en un territorio despejado desde donde vieron un valle que seguramente era a donde iban. "Allá abajo es a donde vamos. Si alcanzan a ver las chozas?" dijo alguno señalando la extensión verde llena de rocío. Y se afanaron mas, bajando entre barrancos y malezas que quedaban tronchadas debajo de la multitud escandalosa.
atrás se habían quedado veinticinco mulas tiradas en el suelo con su carga. Pudiera ser que al despertar lograran huir sin que los árboles se las comieran.
La tribu no se dio cuenta a que horas llegaron a las propiedades de Calarcá.
La ansiedad y el miedo no les permitió medir el tiempo, tampoco se preocuparon por el cansancio ni por las mulas que bajaron aceleradamente comprendiendo a la naturaleza inexplicable.
Abajo se pusieron mas contentos, viendo que en una larga extensión habían muchas chozas esperándolos. Desde la salida de Cajamarca pensaron que tendrían que levantarlas inmediatamente para tener donde resguardarse del frio, del sereno, de los animales y la noche. Pero no, todo estaba listo, y gritando y saltando se metían a los bohios escogiendo las mejores viviendas. Pero tuvieron que amontonarse en grupos porque tampoco eran suficientes. Ya habría tiempo para construir. De modo que tendieron pieles en el suelo, colgaron hamacas y extendieron las esteras echándose a descansar y a olvidar el suceso que los tenía temblorosos e incrédulos.
así pasó el resto de la tarde y también la noche.
Al dia siguiente madrugaron ya recuperados pero todavía asombrados de los árboles carnívoros que estaban tan cerca.
durante tres dias estuvieron caminando por los alrededores, conociendo la región que les pareció maravillosa por sus suaves montañas, por algunos arroyos salados que les servirían para tener la sal y por el ambiente tranquilo. Supieron que tenían vecinos, Quimbayas también, que vivían en Montenegro, La Tebaida, Salento, Circasia, y algo mas lejos en en Marsella, Chinchiná, Palestina y Villamaria.
Ya se estaban alistando para empezar a construir las chozas, cuando vieron señales de humo no muy lejos y sonidos de cuernos llamando a la población porque algo especial había pasado. "Que será lo que pasa?" le preguntó Yexalen a Ibagué caminando de vuelta porque habían estado en un rio bañandose y calentándose, aprovechando que el sol había salido un rato. "No se. Tenemos que preguntarle a Calarcá a ver si sabe". "Entonces vamos".

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