domingo, 9 de enero de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 140 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


Eran mas de cinco mil indígenas asombrados, viendo a un buitre tan grande trayendo en su espalda a los viajeros. No hacían sino mirar recelosos, sin atreverse a decir nada pero dispuestos a empezar cualquier pelea por si acaso.
"Buenos dias tribu de los Cundayes. Hemos querido visitarlos porque nos han hablado bien de ustedes. Nos han dicho que son guerreros muy valientes" les dijo el cóndor poniendo grave la voz. Los indígenas no contestaron, pero de entre la muchedumbre salió un hombre que tenía una corona de oro y el cetro que lo distinguía como el mas poderoso del pueblo. Se ubicó frente a todos y poniendo la cara mas seria que de costumbre, dijo "Buenos días gran pájaro. Ya había oido hablar de ustéd, porque hace poco lo vieron nuestros vecinos los Yaporoges cuando llevó la Patasola a su tribu. Esa noticia se regó por todas partes rápidamente y nos dejó prevenidos contra ustéd. Por eso antes de seguir hablando, le digo que tiene que venir en son de paz o si no, tendrá que irse inmediatamente" dijo el cacique levantando la lanza y alistando el arco y las flechas en señal de amenaza. "Solo hemos venido a saludarlos" gritó de pronto Cajamarca parándose afanado en las espaldas del buitre "Yo soy Cajamarca, el antiguo cacique de los Putimaes. Soy yerno de Ibagué, cacique de los Panches que viven en el norte del Tolima y vengo con mi esposa Millaray, hija de el". "Verdad ustéd es Cajamarca? Es cierto lo que me dice? Como hago para estar seguro . . .?". "Le certifico respetado cacique, que yo soy Cajamarca. Se lo juro por los dioses que nos gobiernan dia y noche. Se lo juro por el sol y por la luna". "Ah bueno, como ha jurado por los poderes del universo, voy a creer en su palabra diciéndole, Bienvenido respetado joven. Hemos sabido por los Sutagaos, que ustedes andan buscando a la niña Luz de sol, hija de la diosa Inhimpitu a la que respetamos tanto. Por favor, desmóntense y vengan a comer y a descansar. Es un honor tenerlos entre nosotros. Vengan, vengan". Cajamarca y Millaray quedaron mudos dándose cuenta que aquel cacique los conocía. Rayo de Luna salió volando hasta un palo de guayabas donde se aplicó a picotear porque el hambre lo acosaba.
Los jóvenes bajaron del buitre llevando al tunjo, que despertó la curiosidad de la tribu. Muchas mujeres y niños se acercaron a conocerlo "Tan lindo, parece un niño de oro" decían. "Y como mira de inteligente". Otros, mejor dicho la mayoría del pueblo se quedó alrededor del cóndor mirándolo, examinándolo y casi adorándolo al verlo tan gigantesco y poderoso. No querían irse "Cóndor, habíamos oido hablar de ustéd y queríamos conocerlo" le gritó un indio parado en un tronco. "Yo también quería conocerlos porque hacen parte del país Pijao y es necesario ser amigos". "Así es, así es" gritaron muchos caminando debajo del ave acercándosele a las patas, que querían tocarle. Y murmuraban entre ellos . . . .

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