viernes, 4 de febrero de 2011

EL PAIS DE LA NIEVE 150 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


"Uyyyy si" dijo Millaray mirando fijamente "Allá veo a una diminuta niña montada en un pavo real. Parece estar en una selva entre rios y lagunas. Muchos animales raros la rodean. Veo también tribus desconocidas . . .Gran brujo, debe darnos muchos tabacos, así sabremos lo que nos pasará y lo que debemos hacer" dijo Millaray entusiasmada. "Como ordene princesa. Cuantos tabacos quiere llevar?". "Deme bastantes. Le pagaré con estos dos pedazos de oro" y buscando en el joto que Cajamarca había puesto en el suelo, encontró el oro que el Tunjo había cagado, dándoselo al brujo que palpándolo con ojos brillantes, dijo muy contento "Pero que oro tan fino. Nunca había visto pedazos de oro como estos. Solo en minas muy ricas y únicas puede conseguirse. Les daré los tabacos que quieran, por éste oro tan especial". Entonces el Tunjo sacó la cabeza de la ruana mirando a Millaray, picándole un ojo con picardia. La joven sonrió acariciando la cabeza del bebé que volvió a meterse entre la ruana, evitando el frio.
El brujo entró a su choza, sacando mas de cincuenta tabacos mágicos amarrados con delgadas fibras de maguey y que le entregó a Millaray en una larga inclinación. Ella los miró atenta, guardándolos con cuidado en el joto para que no fueran a mojarse ni a dañarse.
Mientras tanto el cacique Tibaima les había traído carne de gurre asada, arepas de maíz, yuca sancochada y chicha de corozos en totumas que los jóvenes recibieron precipitados. Se sentaron en un tronco largo acomodado junto a la pared de una choza donde comieron, mirados por miles de ojos que no se despegaban de ellos. "Donde encontraremos a la Llorona? le preguntó Millaray al cacique, que estaba parado al frente de ellos. "Ah, dicen que está cerca de aquí, en el rio Saldaña, porque muchos la han oido llorar mientras pescan. Terminen de comer y nos vamos. Fácilmente la encontraremos con los rayos de la luna". "Nos vamos en el cóndor? Quiere volar con nosotros?" le preguntó Cajamarca. "Si. Volar con los hijos de los dioses en el pájaro de las estrellas será lo mejor que puede pasarme. Los esperaré a que terminen de comer y nos vamos". "Yo también quiero ir" dijo el brujo, que estaba sentado en una piedra mirando el humo del tabaco. "Bueno, también iremos con ustéd. Con la experiencia que tiene en mirar las figuras del humo, podrá decirnos lo que debemos hacer"

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